¿Los ahorristas mordieron el anzuelo?

Van pasando los meses y el escándalo de las financieras se pone cada vez más raro. Hace unas semanas, decenas de damnificados salían a las calles a pedir que metieran a imputados en la cárcel. Ahora, decenas de damnificados salen a las calles para pedir que larguen a los imputados a sus casas.

Presionaban a la Justicia por las detenciones, ahora presionan a la Justicia por las domiciliarias.

Los dueños de las financieras hicieron una buena jugada: “Queremos pagar, pero desde la cárcel no podemos”, “Queremos pagar pero desde acá es muy lento”.

Y la gente quiere la platita y nada más. A nadie parece importarle el tema de la intermediación no autorizada, del lavado de dinero, de nada. Si hay delito no importa, que venga la plata de donde sea, es el razonamiento. De la misma forma que cuando se prometían ganancias millonarias a nadie le importaba de dónde salían. La gente quiere plata. Y se convenció de que si no cobraron todos (los bendecidos se cuentan con los dedos de una mano) es por “culpa” de la Justicia que retiene a los supuestos estafadores. Sí, a los mismos que estando libres les dejaron de pagar. De repente todos tienen plata, todos quieren pagar y no pueden porque están presos.

Un capítulo más en esta historia de locura colectiva que empezó con estas financieras ofreciendo millones de intereses de regalo y terminó como la megainvestigación de la mayor estafa del país.

Cambia todo cambia, pero acá nada cambió: como el primer día, todos creen que van a cobrar. Y en este momento los presuntos damnificados están jugando a favor de esos a quienes antes acusaron por estafarlos. Bienvenidos a Catamarca, la dimensión desconocida, donde todo es posible.

Por su lado, la Justicia se estancó, rodeada por un batallón de abogados que quieren su parte de la torta, y un montón de vivillos que dan vueltas alrededor viendo cómo pueden salir ganando con esta novela.

Si los montos que se dieron a conocer son reales, no hay manera de que todos cobren ahora. La causa gira como una calesita y estamos siempre en el mismo lugar.

Pero por arte de magia, los intereses de detenidos y denunciantes es ahora el mismo: quieren que los saquen de la cárcel. Como pasó desde el principio, aunque son distintas causas, todos repiten los mismos argumentos.

La investigación está acorralada. Se mostraron unos billetes “virtuales” y todos se fueron al humo. La desesperación por cobrar parece haber hecho que muchos muerdan el anzuelo. Y si el juego avanza por ese lado, estarán avalando que la historia se estire sin respuestas.

A muchos les conviene. Es una buena manera de que la espuma baje, que es lo que quieren también los políticos involucrados.

Como a principios de año, como cuando se hacían los depósitos, la credulidad juega un rol fundamental. Y determinará los próximos pasos.

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