El diputado provincial Juan Carlos Ledesma, que no tiene pelos en la lengua, atendió de lo lindo al joven ministro de Gobierno, Fernando Ávila, muy resistido como recién llegado a la política por la vieja guardia peronista.
El bolonqui se armó porque Ledesma presentó un proyecto para terminar con los delincuentes que operan desde la cárcel de Miraflores, estafando a gente desprevenida para hacer el cuento del tío, vaciar cuentas bancarias, robar datos, etc., algo que Provincia no puede controlar.
Y no es tan difícil controlar, hay que sacarle los celulares a los presos que los usan para seguir cometiendo delitos.
Pero Avila no quiso saber nada y en lugar de defender a las víctimas de delitos parece que salió a defender a los presos, y liquidó el proyecto de Ledesma.
Indignado, Ledesma salió con los tapones de punta y denunció que la postura de Avila sirve para “garantizar que quienes están privados de libertad, ya sea por delitos comunes o estafas con criptomonedas, puedan seguir operando libremente desde la cárcel”.
Y para que no queden dudas lo remató sin piedad al analizar que “esto demuestra la incapacidad de gestión del ministro, que vive más en Canadá, en un primer mundo donde estos problemas no existen, pero aquí en Argentina es una realidad cotidiana”.
Después de esta pelea venía la votación por el RIGI, un tema por el que Avila había ido a la Legislatura a hablar maravillas del proyecto que tanto beneficiará a Río Negro, o Catamarca o coso, y a recordar que el Gobierno necesitaba el voto sí o sí.
¿Qué hizo Ledesma? Ni fue a votar, ni fue a la sesión, ni bola. ¿Será parte de este enojo? No se sabe.
Pero se comenta que Ledesma, que sí puede usar celular, recibió decenas de llamados de compañeros que lo felicitaron por pararle el carrito a Avila, a quien ven como el “niño mimado” de Raúl Jalil, ocupando el sillón más político del Gabinete aunque “empezó a hacer política hace media hora y no tiene idea”.
Un peleón, veamos como sigue.
