La protección a Juan Pablo Morales quedó al descubierto

El caso de Juan Pablo Morales ha perdido interés en Catamarca porque, como generalmente pasa, después de algunas semanas o meses la gente se cansa y pone su atención en otra cosa: fíjense que hasta con la guerra Rusia-Ucrania pasó lo mismo.

Los primeros días era tapa de diarios y se seguía lo que pasaba “minuto a minuto”. Ahora que hay miles de muertos y el conflicto se agrava, por acá todos se aburrieron y están más pendientes de los resultados de Boca.

Si eso pasa con el ataque de un país a otro que puede escalar hasta una guerra mundial, qué nos queda para las noticias de entrecasa. Parece tonto, pero es una de las grandes apuestas que hacen los políticos: el olvido. Por eso la mayoría de las veces se bancan dos o tres titulares sin chistar: saben que en pocos días la gente va a estar hablando de otra cosa y aquí no ha pasado nada.

Casi siempre hacen eso, o si el tema es muy pesado, ellos mismos generan un escandalete para que la gente se entretenga mirando para otro lado.

Con el caso de Juan Pablo Morales pasa eso. Todos lo sabemos: era la máxima autoridad de Seguridad en Catamarca en el gobierno de Lucía Corpacci, fue juez… y de un día para el otro apareció vinculado en un presunto caso de coimas, para después quedar señalado como partícipe de una banda narco.

Nunca jamás, ni el gobierno anterior ni el actual, que son el mismo, dio una explicación ni habló del tema. Nadie defendió a Morales, nadie lo acusó, nadie se despegó. Hacen de cuenta que ni se enteraron… pero era un funcionario de ustedes, ¿se olvidaron? Bueno, lo mismo pasa con la cúpula policial y tantos otros vínculos oscuros que surgen entre la venta de droga y el poder.

 

Por eso nadie protesta cuando la gente se queja del estadio. ¿Qué importa? Sí, hablen del estadio, salimos ganando todos, pensarán. Es mejor eso que hablar del narcoestado que alguna vez denunció Flavio Fama.

Es así como las causas se alargan, se alargan, se hacen eternas sin definiciones, hasta que nadie se acuerda de nada y a nadie le importa nada. Es la historia de la corrupción en Catamarca, donde jamás un alto funcionario fue preso ni dio explicaciones de nada. Son He Man, los amos del universo. Y para estar más seguros y tranquilos, arman la justicia con gente obediente y del partido, cosa que nunca nadie los moleste demasiado.

Mitad por favores que se deben, mitad por chanchullos que se esconden, a nadie le conviene que el circo venda muchas entradas. Todo se disimula, se dilata, se archiva sin respuestas.

En ese camino iba la causa de Morales con los narcos, ya que el exjuez y secretario de Seguridad ya había recibido la bendición de Miguel Angel Contreras, juez federal que le dictó la “falta de mérito” y a otra cosa.

Pero la cosa se complicó, y no sólo para Morales sino para el juez. Porque alguien se tomó el trabajo de leer la causa, y dejó la “protección” al descubierto.

Fue el fiscal Antonio Gustavo Gómez, fiscal general ante la Cámara Federal de Apelaciones de Tucumán, que como para que no queden dudas, pidió que se detenga a Morales y se aparte al juez., en medio de gravísimas acusaciones a la justicia local y su parcial análisis de los hechos.

No tuvo que llamar a Sherlock Holmes: era bastante obvio todo: como que investigó Luis Baracat, amigo de Morales. ¿Acá nadie vio eso?

“Estimo que el fallo impugnado de fecha 7 de diciembre de 2021 debe ser revocado, puesto que los argumentos que se adujeron para quitarle entidad a la prueba de cargo colectada, resultan manifiestamente infundados y arbitrarios, en franca desobediencia a las disposiciones del artículo 123 del CPPN”, se precisó en Tucumán, para detallar que “el fallo impugnado omite considerar los datos contundentes reflejados en el cuadro probatorio construido a partir de intervenciones telefónicas, seguimientos y toma de fotografías que sirven de soporte objetivo para apuntalar la responsabilidad penal de Juan Pablo Morales como miembro de una organización montada a fin de comercializar estupefacientes en las provincias de Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y Buenos Aires”.

El largo escrito, en resumen, señala a Morales como un narco más, que no hablaba con otros narcos para “asesorarlos” como abogado sino para coordinar operaciones propias del negocio.

¿Y ahora? ¿Se pudre todo? ¿Hasta dónde llegará la protección? ¿Se enfrentará Morales a una detención y Contreras al mayor escándalo desde que asumió?

 

No se sabe todavía. Lo único seguro es que los amigos de la política seguirán mudos, a la espera de que la gente se olvide y empiece a hablar de otra cosa.

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