Una jocosa y ocurrente definición dice que “la estadística es la ciencia según la cual, cuando un hombre come dos pollos y otro no come ninguno, dos hombres comieron un pollo cada uno”. Frase irónica y nada ortodoxa, que en realidad apunta a resaltar lo permeable que son las estadísticas a las interpretaciones tendenciosas. En términos estrictos, como rama de las matemáticas, la estadística es una ciencia formal y exacta. Pero su fiabilidad es extremadamente dependiente de la responsabilidad con la que se la maneje, por su sensibilidad a la manipulación. Y en una política donde el relato y la apariencia se volvió más importante que la realidad, la estadística forzada se transformó en un aparato de propaganda y validación de gestiones.
Por ejemplo, como lo ilustra la pseudo definición del párrafo anterior, con el mismo dato y una interpretación sesgada o direccionada, una realidad tan angustiante e injusta como la de un hombre comiendo dos veces y otro sin comer, mal utilizando las estadísticas se puede convertir en un escenario ideal de equidad. Lo que en Lógica se conoce como Falacia, definida como “un argumento que parece válido, pero no lo es”, que a veces “se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a los demás”.
Hace unos días, bajo el título “Disminuye la pobreza y el desempleo en Catamarca durante 2020”, el Gobierno publicó un informe basado en datos de la Dirección Provincial de Estadística y Censos, publicitando estos dos índices que, a simple vista, parecen indicadores de una economía en recuperación: una baja de 4,9% de la pobreza y 2,7% la desocupación respecto al mismo periodo anual del año anterior. Pero, en la vida, y mucho menos en las estadísticas , no todo lo que brilla es oro. Y el contexto económico y político que rodea esas estadísticas económicas y políticas, que generalmente se suprime intencionalmente del análisis, dan elementos para llegar a una conclusión mucho menos promisoria.
Como cuando se mira por el ojo de la cerradura, una de las maniobras más comunes para manipular la interpretación de las estadísticas es la de sesgar los datos y usar los más convenientes, ignorando todo el resto. Sobre todo, si no ayudan a sostener el relato. Pero una lectura amplia, abarcadora y acabada de los indicadores, como si se abriera la puerta de para en par, ofrecen un panorama totalmente distinto.
Por ejemplo, un diagnóstico sincerado y aséptico del escenario económico provincial no puede soslayar en su análisis el impacto de los desembolsos y aportes de recursos federales. Que en los últimos meses llegaron en abundancia por muy diversos canales, incrementados notablemente por las políticas de Nación por la pandemia. Las ya consolidadas Asignaciones Universales, el Ingreso Federal de Emergencia, el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo, las prestaciones por desempleo, la Tarjeta Alimentar, entre otros beneficios y programas nacionales.
Solo por la AU, que incluye la asignación por hijo y por embarazo, durante el 2020 Catamarca recibió de Nación, a través de ANSES, casi 130 millones de pesos, distribuidos entre más de 42 mil beneficiarios finales.
Por otra parte, según información oficial de ANSES, “los tres pagos del Ingreso IFE alcanzaron en Catamarca a 103.795 personas”, por un total de 3.083.000.000 millones de pesos. Mientras que el ATP, destinado a ayudar a empresas para el pago de sueldo y que se desembolsó en siete pagos entre mayo y septiembre, superó los 774.000.000 millones de pesos.
Número oficial exacto, proporcionado por la propia ANSES, en 2020 Catamarca recibió 3.935.566.609 millones de pesos en la provincia en concepto de IFE, ATP y Bono Salud. A eso hay que sumarle, según un informe presentado por el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, 10 millones de pesos en concepto de “Refuerzo Alimentario y de Limpieza”, una ayuda que surge de la firma de convenios entre Nación, las provincias y los municipios; unos 130 millones de pesos en el bono especial de AUH; 323 millones de pesos del bono extra de 3.000 pesos para jubilados y pensionados de la ANSES; 82 millones de recarga de la Tarjeta Alimentaria que también perciben los beneficiarios de la AUH.
Así como es indiscutible el impacto que estos desembolsos tienen en la economía provincial, tampoco se puede olvidar que la mejoría que producen en los indicadores es momentánea y pasajera. Como un médico que administra a su paciente un antipirético o un analgésico sabe que el alivio será pasajero, y que si no se solucionan la dolencia de base la fiebre o el dolor volverán, estas medidas son acciones paliativas, cuyo impacto en las estadísticas no deberían publicitarse como signos de recuperación económica. Porque no soluciona los problemas estructurales y la mejoría es transitoria.
Curiosamente, las estadísticas de disminución de la pobreza y el desempleo presentadas por el informe del Gobierno, no corresponden a Catamarca como provincia, sino al “gran Catamarca”, que, coincidentemente, fue el distrito con más beneficiarios de los programas de Nación.
Tampoco es síntoma de buena salud económica, o al menos de recuperación, los multimillonarios y sistemáticos repartos de dinero que el Ejecutivo hace para todos lados tratando de tapar huecos. A título ilustrativo, solo en cuestión de algunas semanas, se aprobaron para AICAT tres desembolsos que completarán más de 340 millones de pesos y apunta a cubrir gastos corrientes. Empresa que, durante el 2020, ya había recibido más de 500 millones. También durante el 2020, Producat recibió unos 100 millones de pesos, y para el 2021 ya se dispuso una partida de 146 millones para el pago de sueldos. Catamarca Radio y Televisión recibió en los últimos seis meses unos 111 millones de pesos en calidad de aportes para gastos corrientes y pagos de deudas. Y Aguas de Catamarca, también durante 2020, recibió 420 millones de pesos.
Una sangría de recursos distribuidos en empresas estatales que se supone que sea productivas o, cuanto menos, autosustentable. Pero que, por lo contrario, demandan sistemáticamente los desembolsos del Estado, que en un gran porcentaje se destinan a pagar sueldos y otros gastos de funcionamiento. Desde la lógica de las estadísticas y el relato, son millones de pesos destinados a sostener puestos de trabajo que, de no existir, incrementarían linealmente los índices de desocupación.
Pero, otra vez, no deja de ser una falacia. Como un hijo mayor de edad que recibe de sus padres un “sueldo” no es económicamente productivo para la familia, crear o sostener empresas deficitarias solo para no engordar los odiosos índices de desocupación es una forma elegante para maquillar el déficit que la economía tiene en materia de creación de puestos de trabajo fuera de la teta del Estado.
Algo similar a lo que ocurre con los municipios. El mismo Gobierno comunicó esta semana que durante el 2020, la Provincia “auxilió” a los municipios enviándoles unos 2.800 millones de pesos, a los que, solo en enero del 2021, ya giró otros 166 millones. Otra vez, para sostener estructuras sobredimensionadas que solo se justifican como bolsas de trabajo.
Esa misma dependencia que la Provincia tiene de los recursos federales. Según un informe de la Fundación Libertad, Catamarca fue, durante el 2020, la segunda provincia con más recursos per cápita recibidos de parte del Gobierno Nacional, entre Coparticipación Federal y otros recursos que integran las transferencias automáticas. En el año de la pandemia, Catamarca recibió más de $133.000 por habitante, para totalizar más de $55.000 millones en total. Además, esos recursos fueron casi un 40% superiores a los recibidos en 2019. Lo que deja claro que tampoco la provincia tiene una posición holgada, y que las centenas de millones que reparte entre sus empresas estatales, municipios y otros subsidios dependen a su vez del aporte de Nación.
No se trata de despreciar los indicadores positivos de la economía provincial. Tampoco es un intento de buscarle la vuelta para hacer ese mismo manejo de los datos, pero para comprobar un escenario de debacle. Simplemente es que la caída de apenas un par de puntos porcentuales, por más que sean en dos indicadores importantes como la pobreza y el desempleo, no parecen signos suficientes de recuperación en una economía convaleciente. Y pretender usar esas estadísticas para validar un pronóstico irreal de crecimiento es una falacia. Como la que dice que dos hombre comieron pollo cuando, en realidad, uno de ellos se quedó sin nada que comer.