La historia es conocida por todos: los jueces Raúl Da Prá y Juan Pablo Morales fueron filmados recibiendo algo muy parecido a dinero en un acto muy parecido a una coima. El video dio la vuelta al mundo y los liquidó públicamente, al menos socialmente, porque legalmente no fueron condenados y les queda el beneficio de la duda: ya sabemos, todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario.
Pero esta coima es especialmente grave porque… bueno, queda claro. No coimearon a la chica del teatro para que les diera una buena ubicación, no coimearon a un mozo para que les de una mesa sin reserva, no coimearon a un patovica para pasar al boliche. Ni siquiera a un agente de tránsito para que haga la vista a una infracción y perdone una multa.
No, acá coimearon (según la acusación, por supuesto) nada menos que a dos jueces. Dos jueces del inmaculado e impoluto Poder Judicial de Catamarca, ese ámbito angelical de paladines de la Justicia, intocables herederos de Eliot Ness.
El hecho que se investiga se remonta a la temporada de verano prepandemia, allá por los años 19 o 20, no se sabe bien porque más vale que todos niegan el video y aseguran que no tiene idea de dónde salió. Según ellos lo editó algún genio tipo Steven Spielberg porque nada de lo que se ve pasó en realidad.
Y como eran jueces, lo primero que se les venía encima era un jury. Un proceso como el que enfrentaron en los últimos años Roberto Mazzucco (perdió el cargo), Laureano Palacios (zafó), Ezequiel Walther (renunció antes de ir al banquillo) o Ramón Porfirio Acuña (destituido primero y restituido después).
Por ese caminito de la amargura tenían que pasar Da Prá y Morales, pero lo esquivaron renunciando. Gritando su inocencia, sí, pero renunciaron. Y al abandonar sus cargos, ya no hay jury: se fueron solitos.
Pero claro, la causa penal sigue, porque si cometieron un delito tienen que responder, sean jueces o verduleros. Y ahora terminó la investigación, donde jugaron un rol clave los peritos de Gendarmería Nacional. ¿Qué dijeron? Que el video fue editado, sí, pero que es real.
¿Qué significa eso? Que la filmación es real, no es algo trucho. Editado puede ser simplemente que le cortaron unas partes, pero lo que se ve es posta.
A tres años de lo que pasó, los exjueces ya deben tener más aceitada su defensa que Massa los discursos. De memoria deben saber sus argumentos de defensa, como que no sólo son abogados: ¡eran jueces! Pero están complicados.
Vienen en picada casi sin posibilidades de volver a recuperar su imagen. Entonces el juicio genera expectativas, porque todos los abandonaron. Y pueden estar enojados. ¿Hablarán?
Es casi imposible que reconozcan que había una tarifa de precios para delincuentes: excarcelación tanto, te firmo la solicitud tanto, pena más baja tanto, salís libre tanto, condena baja tanto. Eso no lo van a decir.
Pero pueden hablar sobre otros casos, destapar la olla… ¿o se comerán el garrón sin chistar?
Hay un hecho clave: ellos, aunque no pueden decirlo, saben perfectamente quién les dio la plata. Saben quién los filmo: estaban ahí. ¿Se la van a cobrar de alguna manera o sería peor?
Por el tiempo que pasó, puede haber sorpresas. La película de Da Prá y Morales va por la mitad, y ni hablar de la de Morales solo, que tiene su propia saga, con la otra causa paralela por narco. Morales, que fue la máxima autoridad en Seguridad de Catamarca.
De jueces a reos… ni Hollywood se animó a tanto.
El catucho.