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¿Conexión terrorista en Catamarca?

El Hezbolá es una organización islámica que actúa en el Líbano desde comienzos de los años 80, y aunque se mueve como un partido político, reconocido por muchos países árabes, gran parte del mundo lo considera sencillamente un cuerpo terrorista, ya que cuenta con un brazo armado que impone su violencia sin miramientos.

Tiene algún respaldo porque surgió para resistir acciones de Israel, y eso generó simpatías en el mundo árabe, pero para la mayoría de los países de occidente, Hezbolá es solo terrorismo.

Estados Unidos lo condena, pero también la Unión Europea, Australia, Canadá, Reino Unido, Holanda, Francia, por supuesto Israel y también el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo.

Un dato: entre los países que consideran terroristas a los del Hezbolá está Argentina, y no es un dato menor, porque en la Triple Frontera con Paraguay atraparon y extraditaron hacia Asunción a Assad Ahmad Barakat.

¿Qué tiene que ver todo esto con Catamarca? Que dos hermanos de Barakat fueron condenados por narcotráfico… en esta provincia.

Los cabos sueltos no tardan mucho en atarse, y la pregunta que queda flotando es si la droga que se vendió en Catamarca ayudó a financiar al terrorismo del Hezbolá.

La teoría de la conexión terrorista puede sonar una locura, pero no lo es tanto, y se analiza a nivel judicial, porque los hermanos del extraditado líder de Hezbollah en la Triple Frontera, fueron hallados culpables de “fabricación de estupefacientes en concurso real con el delito de almacenamiento de materias primas para la fabricación de estupefacientes”, y el propio fiscal federal Rafael Vehils Ruiz determinó que “los hermanos Barakat no eran comerciantes, sino que formaban parte de una organización criminal donde financiaban aportando sustancias y dinero”.

¿Puede esa plata mal habida haber ido a parar al Hezbolá? No se lo puede descartar, porque está claro que la organización no hace sorteos de empanadas ni recibe ayuda de Cáritas. Las sospechas están fundadas, y lo que nadie sabe es si desde Catamarca hay directivas para profundicar la investigación.

La situación se agrava cuando se recuerda que aquí hay policías que ocuparon altos mandos, sospechados de actuar en equipo con los narcos, jueces sospechados de liberar presos a cambio de coimas, y toda la estructura de la Justicia bajo la lupa.

Con la Corte de Justicia en crisis y a punto de sumar dos nuevos miembros, con el Consejo de la Magistratura eliminado, un vínculo de narcos con terroristas es lo último que falta para considerar gravísima la situación.

EL poder político se cargó la mochila de reformar la Justicia, y menudo momento que eligió.

El caso de los hermanos Barakat, se suma a la larga lista de interrogantes que merecen una respuesta, y lo único claro es que hoy la Justicia catamarqueña no está en condiciones de ofrecer nada.

El fantasma del narcoestado ronda hace bastante, pero un narcoestado con puentes con el terrorismo internacional harían saltar la banca hasta del opositor más desconfiado. Una razón más para poner orden en un Poder Judicial que a esta hora hace agua por todas partes.

El Catucho.

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