FMI: claves de la próxima negociación

El gobierno de Alberto Fernández comenzó la negociación formal con el Fondo Monetario Internacional para definir un nuevo programa de financiamiento, que “suceda al cancelado y descarrilado acuerdo Stand By de 2018”.

La definición “cancelado” y “descarrilado” fue precisada por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, en la misiva enviada a la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva.

Esta caracterización de ese paquete financiero es un oportuno recordatorio para el comienzo de las negociaciones.

Con la debilidad relativa de un país periférico, endeudado y con la carga de la recesión macrista más el impacto fulminante de la pandemia, resulta ilustrativo mencionar la responsabilidad del FMI en su mayor fiasco histórico: financiar el programa económico y político del gobierno de Mauricio Macri.

La estrategia de Guzmán podría consolidar dos movidas, inesperadas para desorientados analistas de la city:

La primera, haber conseguido una alianza táctica con el FMI para la negociación con acreedores privados, que resultó exitosa pese a los deseos en contra de la legión de economistas del establishment dedicados a comercializar pronósticos fallidos.

La segunda, aspirar a obtener un trato especial del FMI respecto a las condicionalidades tradicionales, teniendo en cuenta que el nuevo programa viene a reparar la excepcionalidad y posterior fiasco del pactado con el gobierno de Macri.

Con ese tono pausado y calmo que tanto molesta a financistas y voceros del poder económico local, acostumbrados a la estridencia fatua de gurúes, Guzmán ya adelantó en esa carta a Giorgieva que negociará con firmeza. Lo hará con su conocida sonrisa en cuyos dientes deberá sostener un cuchillo.

No es el retrato de una eventual postura cuando se inicien formalmente las negociaciones, sino la posición que ya exhibió en la carta enviada a Kristalina.

Su lectura atenta ofrece las siguientes definiciones:

* En el inicio de la misiva, valorando la colaboración conjunta en estos nueve meses y observando la capacidad de comprensión de la perspectiva del otro, refuerza el concepto de “hacer fuerza por el objetivo muto de la sustentabilidad de la deuda”. Esto incluye la que se negociará con el FMI, lo que implicará postergar algunos años los pagos fuertes de la deuda con el organismo.

* Como se mencionó al comienzo, la carta recuerda que el stand-by fue un acuerdo “descarrilado”. Después detalla que pese a la reducción del déficit fiscal primario y del déficit de cuenta corriente, la economía siguió padeciendo fuga de capitales, no consiguió financiamiento a tasas convenientes y ni se aseguró la sustentabilidad de la deuda. Además indica que hubo una contracción monetaria “sin precedentes”. El saldo fue caída de la actividad e inflación altísima en 2018 y 2019.

* Esta puntualización del resultado de las políticas fiscal y monetarias restrictivas son un adelanto de la posición que tendrá Guzmán ante las exigencias del manual habitual del FMI.

* Después señala que a partir de diciembre de 2019, el gobierno de Alberto Fernández implementó una política diferente a aquella “para prevenir una caída mayor de la producción y el empleo, y reducir la inflación”. O sea, una estrategia económica opuesta a la avalada por el FMI con Macri.

* Apunta que “la Argentina fue severamente impactada por la pandemia”, lo que habilita una negociación flexible en base a los criterios de asistencia que el FMI está desplegando en estos meses de crisis por el coronavirus.

* Informa que por el esfuerzo de las políticas públicas para enfrentar la pandemia y la reducción de la recaudación, el déficit fiscal primario alcanzó el 3,3 por ciento del PIB en el primer semestre del año. Promete reducirlo cuando termine la pandemia, pero “de un modo compatible tanto con la sustentabilidad de la deuda pública, como con la recuperación económica”. Guzmán le adelanta al FMI que no habrá corrección fiscal recesiva.

* Afirma que el stand by anterior fue incapaz de restaurar la confianza y la robustez para incrementar las reservas. Solicita entonces “asistencia financiera” con un nuevo programa. Y que éste “no repita… los defectuosos presupuestos del programa de 2018”.

Las condiciones de las negociaciones, a diferencia de experiencias anteriores traumáticas, han sido definidas por el gobierno de Alberto Fernández, y no por los técnicos del Fondo.

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