La amenaza de una Irán nuclear se vuelve cada vez más tangible. Según fuentes israelíes, el régimen de Teherán está a semanas de poder fabricar hasta diez bombas atómicas. Frente a esa posibilidad, Israel ha intensificado sus ataques contra objetivos estratégicos, aunque reconoce que sus capacidades militares no son suficientes para desmantelar por completo el programa nuclear persa.
Las instalaciones claves —Natanz, Fordow e Isfahan— se encuentran enterradas bajo tierra, con alta protección y una estructura diseñada para resistir ataques convencionales. En ese contexto, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reafirmó que su país necesita el apoyo directo de Estados Unidos para destruir esas bases subterráneas.
“Si no se detiene a Irán, tendrá un arma nuclear en pocos meses”, alertó Netanyahu. El gobierno israelí asegura haber dañado parte del complejo de Natanz, eliminado a seis científicos vinculados al programa nuclear y forzado fugas radiactivas, pero admite que la infraestructura crítica sigue operativa.
Actualmente, la defensa de Israel frente a la escalada de misiles iraníes depende del intercambio de inteligencia con Estados Unidos. La Casa Blanca provee información en tiempo real sobre trayectorias y velocidades de los misiles, lo que permite a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) interceptarlos con el sistema Arrows. De los casi 200 misiles disparados por Irán en las últimas 24 horas, sólo unos pocos lograron impactar en zonas cercanas a Tel Aviv.
Sin embargo, el foco del conflicto va más allá de los misiles. Según fuentes israelíes, la única forma de terminar con la amenaza nuclear es atacar directamente con bombas de gran penetración las instalaciones subterráneas de Irán. Para ello, Netanyahu volvió a solicitar a Donald Trump el uso del arsenal del Pentágono, especialmente las bombas “bunker buster” de más de 13 toneladas que solo pueden ser transportadas por bombarderos B-2, con base en Missouri.
Israel no posee ese tipo de armamento ni los medios para transportarlo. Depende, por tanto, de una decisión política de Trump, quien le dio a Irán un plazo de dos meses para retomar negociaciones diplomáticas. Ese plazo vence ahora, y todo indica que si no hay avances en la reunión prevista en Omán, Netanyahu volverá a pedir el involucramiento militar total de Washington.