Víctor Fera: “Acá no hubo error. Son las coimas que siempre se pagan en la Argentina”

El dueño de Maxiconsumo y de Marolio, se refirió a la polémica licitación por la compra de alimentos de Desarrollo Social publicada ayer en el Boletín Oficial.  “Alguien, que no es Arroyo, quitó mi marca de la licitación”, dijo Víctor Fera.

Víctor Fera está enojado. El dueño de Marolio asegura que no lo llamaron para participar de las últimas licitaciones oficiales de alimentos a pesar de que es uno de los principales fabricantes del país de pastas y aceites ,dos de los rubros en los que el Ministerio de Desarrollo Social terminó pagando los mayores sobreprecios. La bronca es más grande porque si hay algo que nunca ocultó Fera fue su simpatía con el actual gobierno y sus críticas a la anterior administración de Mauricio Macri, cuando eran contados los empresarios que se animaban a ser opositores.

“Estoy recaliente”, aseguró en una entrevista con LA NACION. “Acá hubo una licitación y el problema no es que no me llamaron, sino los precios que terminaron pagando. Y no me digan que hubo un error. Son las coimas que hubo toda la vida en la Argentina. Le pasó en su momento al gobierno de Macri y ahora le pasa a Alberto. Ojo, yo estaba a muerte contra Macri, pero al actual gobierno tampoco le voy a dejar pasar todo”, asegura el empresario de la alimentación.

Fera está convencido de que en estas compras no hubo un error sino una estafa y para apoyar su visión Se basa en su doble condición de fabricante de alimentos (con marcas como Marolio y Molto) y supermercadista, ya que también es el dueño de la cadena mayorista Maxiconsumo, una de las líderes a nivel nacional.

“La plata que terminó pagando el Ministerio [de Desarrollo Socail] es una barbaridad, porque la comparación no se tiene que hacer con los precios máximos que se publican en la lista de la Secretaría de Comercio, sino con lo que le pagan los supermercados a los fabricantes que son valores muchos menores a los que le aplican su margen de ganancia, que en promedio ronda el 50%”, sostiene.

De sus críticas, el dueño de Marolio intenta despegar al ministro Daniel Arroyo. “Yo confío en Arroyo y sé que no puede estar en todo y conocer los precios que se están pagando, pero el problema es que muchas veces los funcionarios se terminan rodeando de gente que solo quiere hacer negocios”, sostuvo.

Fera asegura que si hubiera habido una licitación transparente el ahorro para las arcas oficiales podría haber superado los $300 millones , aunque destaca que el impacto económico será mucho mayor. “Con todo esto lo que se logra es aumentar la desconfianza de la gente en un momento en que las cosas se estaban haciendo más o menos bien. No tenemos muchos problemas de aumentos con los proveedores, pero después de esta escándalo le das lugar a los que te quieren mandar cualquier lista con subas de precios”, sostiene.

Fera además cargó contra las empresas proveedoras que terminaron cerrando los acuerdos para abastecer de alimentos con precios muchos más altos que los que se consiguen en las góndolas. “Eso de que el Estado les cobrás más caro porque tarda más en pagar es cualquiera. Yo le vendí al Estado fideos en diciembre a 24 pesos el paquete y ahora lo está pagando casi al doble. Acá lo que pasó es que se trabajó con empresas fantasmas, que nadie conoce y que se arman para hacer estos negocios “, aseguró.

Fera tiene 66 años y casi cinco décadas como comerciante de alimentos. Nació en Morón, se crío en Laferrere y abandonó la escuela en primer año de la secundaria para dedicarse al pequeño almacén de la familia. En los 70 dio los primeros pasos como mayorista con la firma Don Juan y el salto a fabricante lo dio en 1984 con la compra de Marolio.

Marolio nació hace más de 50 años como una pequeña marca de aceite. Su fundador era Oscar Marvaso, un empresario ligado a los medios de comunicación, que a la hora de bautizar la empresa optó por utilizar la primera sílaba de su apellido y sumarle el sufijo “olio”.

De la mano de Fera, Marolio vivió un espectacular y heterodoxo crecimiento. Hoy es una de las marcas de alimentos más populares de la Argentina, y compite contra gigantes como Molinos Río de la Plata, Arcor y Unilever. Su portafolio de productos es casi interminable e incluye “mate, café, harina, palmitos, yerba, mermelada, cacao, picadillo, paté, caballa, arroz, arvejas, sardinas y atún, choclo y lentejas”, como asegura su inoxidable jingle.

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