Brecha digital: el camino al doble fracaso educativo

En la educación, la pandemia por coronavirus dejó al descubierto la cara más descarnada de la desigualdad y provocó dolorosas condiciones que profundizaron esa brecha entre la Argentina de los más y los menos favorecidos. A las inequidades históricas en calidad educativa y rendimiento académico, en este contexto se le sumó el flagelo de la grieta digital. Catamarca, una provincia históricamente relegada cuali y cuantitativamente, enfrenta un sombrío presente en su educación, con desastrosas consecuencias en el futuro de los alumnos. Y los intentos por acortar esa brecha, parecen tardíos e insuficientes.

Como cuando un chapista quita la pintura y debajo encuentra la carrocería del auto carcomida por el óxido, la pandemia dejó a la vista las graves falencias sistémicas del país y la provincia en la Educación. A la ya baqueteada calidad educativa, que tiene sus registros más preocupantes en regiones como el NOA y provincias como Catamarca, se agregó un factor más de postergación para esa enorme población que habita la periferia en el mapa de los recursos: la imposibilidad de acceder a la conectividad, para tener garantizar medianamente la tan mentada “continuidad pedagógica”.

El escenario pre pandemia ya era inquietante por demás. En las pruebas internacionales PISA 2018 (las últimas realizadas y procesadas hasta ahora), la Argentina ocupó el puesto 63 en Lectura, el 71 en Matemática y el 65 en Ciencias, sobre los 79 países y economías evaluados por la OCDE. En las tres áreas, el país logró puntajes por debajo de la media de América Latina.

Esas desigualdades se replican sistemáticamente hacia adentro del país, afectado claramente a la regiones y provincias más alejadas del puerto. Realidad confirmada con los resultados de la prueba Aprender 2018 que, entre otras estadísticas, detectaron que más del doble de los alumnos del centro del país obtienen mejores resultados en matemáticas que en el Norte.

En ese contexto de desigualdades, con la calidad educativa y el rendimiento académico degradados, la provincia de Catamarca va a la cola. Los resultados de la prueba develaron que la provincia estaba entre los tres distritos con desempeño más bajo en Lengua y Matemática. De los estudiantes evaluados en Catamarca, el 65,6% no alcanzaron un nivel satisfactorio en Lengua y 42,5% tenía un desempeño bajo en Matemáticas. 

Sobre llovido, mojado. La pandemia y el aislamiento obligatorio alejaron a los alumnos de las aulas, esos recintos en los que ya a duras penas se lograban transferir los conocimientos básicos, y los mandó a sus casas a continuar su educación “en remoto”. En un país donde la brecha de acceso a la conectividad es escandalosa, pedirles a los alumnos (y profesores) de Catamarca que continúen el proceso pedagógico en modalidad virtual fue como mandarlos a la guerra con un cuchillo serruchito.

Según el informe CABASE Internet Index, elaborado por la Cámara Argentina de Internet, en Argentina hay alrededor de 2.618 localidades con acceso a internet, el 34% cuenta con acceso alámbrico, el 20% con acceso inalámbrico y el 46% cuenta con ambos tipos de tecnologías de acceso. De ese total de 2.618 localidades, apenas un 30% (781 localidades) cuenta hoy con opciones de accesos por fibra óptica, que representan solo el 11,9% sobre el total de conexiones fijas de banda ancha de Argentina. Situación que muestra a las claras el camino por recorrer en relación al desarrollo de las conectividad y la mejora de las redes.

Hace años ya que en el mundo las competencias digitales son consideradas igual de importantes que los conocimientos de las curriculas pedagógicas tradicionales. Competencias negadas a aquellos que no disponen de una coneccion a internet o un dispositivo para conectarse y que los excluye o relega del sistema.

Pero ahora, en el actual contexto en el que docentes y estudiantes dependen de los dispositivos tecnológicos y de una buena conectividad para aprender y enseñar, la desigualdad en el acceso a la conectividad se transforman en factor de incidencia directa en la calidad educativa. Según un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, en Argentina 37 de cada 100 hogares no tienen acceso a internet fijo. En el nivel primario, uno de cada cinco estudiantes no cuenta con acceso a internet y tampoco el 15,9 por ciento de los estudiantes que finalizan la secundaria.

En su nuevo libro “Argentina primero”, el economista Martín Redrado hace una radiografía de la conectividad en el país, y el diagnóstico es desolador: ocho provincias de Argentina tienen una penetración de internet menor al 40%, lo que equivale a decir que en un tercio del país, más de la mitad de los habitantes no tienen acceso a conectividad. Mientras en el AMBA hay un promedio de 112 conexiones de banda ancha cada 100 hogares, en provincias como Formosa y Catamarca solo 30 de cada 100 hogares acceden al servicio. En esa misma región, Ciudad Autónoma y Gran Buenos Aires, la velocidad de conexión es ocho veces mayor que en La Pampa o Santa Cruz.

Es en ese escenario que aparecen las historias de alumnos que rinden un final de materia desde una garita de transporte público, que se suben al techo para tener señal y participar de una clase o profesores que dan clases desde un cyber. Contadas como hazañas, romantizando la postergación y las desigualdades. Cuando esos alumnos y profesores no son ni héroes, sino víctimas de la brecha y testimonio viviente de sus crudas aflicciones. 

Agrava el cuadro la pobreza, algo de lo que en Catamarca hay mucho, golpeando en forma estructural y produciendo círculos que se retroalimentan de forma viciosa. Los resultados de las ya mencionadas Pruebas Aprender muestran que a nivel país, mientras el 91,0% y 78,3% de los alumnos de estrato socioeconómico alto logran un buen desempeño en Lengua y Matemática. Esas cifras bajan al 76,7% y 56,7% en los estratos socioeconómicos medios. En los estratos bajos, solo un 58,9% y 43,3% obtienen un buen desempeño en Lengua y Matemática. En Catamarca, los alumnos de los estratos altos que alcanzan niveles satisfactorios de aprendizaje duplican a los de los estratos bajos. 

También en esta coyuntura de pandemia, que nadie sabe cuánto durará, son los alumnos de los estratos bajos y de las provincias periféricas, los que más padecen las consecuencias de la brecha digital y su impacto en la continuidad pedagógica. Los que viven en barrios o localidades donde no hay disponibilidad de servicios de internet de calidad. Y si la hay, no tienen dinero para contratar el servicio, o no disponen de un dispositivo para conectarse.

En el marco del programa “Conectar Igualdad”, reactivado por Nación, el Gobierno provincial entrega desde hace algunos meses netbooks y tablets en escuelas de la provincia. El mismo programa proyecta ampliar la red de fibra óptica en el pais, incluida Catamarca. Pero hasta que esas medidas tengan real impacto, miles de alumnos de Catamarca transitan un proceso formativo minado por la pobreza y la brecha digital, que parece condenarlos doblemente al fracaso educativo. 

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