Walter, el pichón de Castillo

Walter Arévalo

Si hay una manera fácil, rápida y segura de ganar una elección es que no haya elección, y presentar sólo una lista de candidatos.  Así lo hizo en nuestra amada Catamarca el todopoderoso de antaño Oscar Castillo para quedarse una y otra vez con el control de la Unión Cívica Radical, y así aprendió a hacerlo, según parece, el sindicalista Walter Arévalo.

Ingredientes para la receta: estómago fuerte y una Junta Electoral propia. Batir a gusto, mezclar, impugnar y servir con cara de nada. Salen quejas y un par de repercusiones mediáticas, pero pasadas unas semanas todo se olvida, y el control sigue en sus manos.

Arévalo llegó al SOEM de la mano de protestas (incluyendo acampes frente al Ministerio de Trabajo), agarró un gremio quebrado económicamente (es cierto) y lo enderezó en los números. ¿Mérito propio? Más o menos, fue mérito de Raúl Jalil, que desde la intendencia le tiró dos mil salvavidas y cheques para que saliera adelante, además de dejarlo nombrar funcionarios y hacerle más bella y cómoda la vida.

Arévalo creció en el gremio y fue por más, tanto que descontando que para esta altura ya tendría algo mejor, se apuró a decir que no sería reelecto, ya para que le creyeran cambió el estatuto.

Los años pasaron, no consiguió nada mejor y ahora se tiene que ir del gremio. Su aventura como político para llegar a una banca de concejal salió mal, en parte por culpa del Benadryl, y ahora se está por quedar con las manos vacías.

En la municipalidad ya no tiene ningún peso. Desde que se fue Jalil, quiso enfrentar a Gustavo Saadi varias veces y siempre perdió. Terminaba pidiendo conciliaciones obligatorias él mismo, o como ahora, firmó los acuerdos sin chistar.

Pero es duro volver al llano y mucho más empezar a usar de verdad el overol, entonces quiere seguir con el gremio.

Como Perón y Cámpora, Arévalo pone a Luis Álamo en la conducción para quedarse con el poder.

El tema es que Alamo no está tan firme, y en las urnas todo indica que le iría bastante mal, con lo que la cúpula entera del SOEM sería desplazada, legítimamente, por el voto de los afiliados.

Pero Walter no quiere correr riesgos, por eso se habría impugnado la opositora Lista Verde, y anulado toda posibilidad de que participen los candidatos liderados por Pedro Garnica.

Así resueltas las cosas, el 4 de abril los municipales tendrán tres opciones: votar la lista de Arévalo, votar la lista de Arévalo o votar la lista de Arévalo.

Se nota que Oscar hizo escuela, y Walter sigue sus pasos para eternizarse.

La historia no terminó, se prometen denuncias y se piden intervenciones. Pero la conducción del SOEM se defiende como gato panza arriba y va a vender cara su derrota, si es que pierde. Por ahora tiene todo bajo control.

 

La solución para quedarse fue sencilla: no habrá elecciones, sólo un simulacro de votación con sus candidatos sin rivales.

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