Casi todos nuestros feriados celebran acontecimientos nacionales o provinciales como el Día de la Independencia o la Autonomía, muertes de próceres o aniversarios de acontecimientos históricos. En materia religiosa, los días no laborales se ajustan estrictamente al calendario de la Iglesia Católica Apostólica Romana, algo que tiene cierta lógica porque hasta se exigía –durante décadas y hasta 1994- que el presidente de la Nación profesara ese credo.
En Catamarca, esa relación Iglesia-Estado está potenciada al máximo: las autoridades provinciales asisten a las principales ceremonias católicas y las fechas patrias como el 25 de Mayo, tienen su paso obligado por las iglesias católicas, por no mencionar privilegios, negocios y otras prebendas institucionalizadas.
En algún momento el 98 por ciento de la población catamarqueña era católica (hoy el porcentaje es notablemente menor), y por tradiciones o imposiciones, el trato diferencial se mantuvo inalterable, ignorando o desconociendo a quienes tienen otras creencias, como judíos, evangélicos u otros cultos minoritarios.
En ese marco, el intendente de la Capital, Gustavo Saadi, tuvo un doble gesto valioso, valiente y generoso.
Por un lado, resolvió que los evangélicos tuvieran su día no laborable cada 31 de octubre, fecha en que las Iglesias evangélicas y protestantes encuentran su origen humano en el pensamiento y ministerio de Martín Lutero, un monje alemán y docente universitario con corazón de pastor. En ese día del año 1517, Lutero hizo un trámite rutinario que cambiaría el mundo: dio aviso de un debate académico sobre ciertos problemas pastorales clavando a la puerta de la iglesia, el diario mural de la comunidad, noventa y cinco tesis en latín (proposiciones para ser defendidas en las aulas universitarias). Las tesis fueron copiadas y traducidas al alemán y repartidas ampliamente a través de los estados alemanes. Encontraron mucho apoyo y dieron el primer empuje a lo que se conocería como la “Reforma Protestante”. En muchas partes del mundo la fecha se conmemora como el “Día de la Reforma”.
Esa conmemoración es hasta el día de hoy menospreciada, ninguneada o ignorada en casi todo el país. Provincias como Catamarca –entre muchas otras- ni la tienen en cuenta. Ahora Capital está un paso adelante, porque reconoce y cede ese día para que los evangélicos puedan orar, celebrar y reflexionar.
Pero hay más. Gustavo Saadi también reconoció y agradeció sinceramente, el gran trabajo social que hacen los evangélicos. Destacó la ayuda prestada en pandemia, mencionó la tarea que se lleva adelante con los privados de la libertad, mencionó la ayuda social, la ayuda para prevenir adicciones o recuperar a quienes tienen esos problemas y el interés permanente por los más humildes.
Gustavo Saadi recibió el proyecto de construcción de una escuela evangélica, proyecto que consideró un lujo, y donó un terreno para su construcción. Son actos sin precedentes de notable importancia, inéditos en esta Catamarca tan aferrada a viejas costumbres.
En ambos casos con apoyo del Concejo Deliberante, el intendente marcó un rumbo, y por eso hay que destacar su valor, valentía y generosidad, con un adjetivo más: lo que hizo fue justo.