El domingo a la noche, consumada la derrota del Frente de Todos en 18 de los 24 distritos, Alberto Fernández, Cristina Fernández, Axel Kicillof, Sergio Massa, Máximo Kirchner y los candidatos del oficialismo en Provincia y Ciudad de Buenos Aires se presentaban en el escenario del búnker que montaron en Chacarita. Alberto fue el único orador. Aceptó la derrota, reconoció los errores, y dijo que aprendería de ellos, y confió en poder dar vuelta la elección en noviembre. Las caras largas y el frío choque de puños entre CFK y Victoria Tolosa Paz –candidata impuesta por Alberto- anticipaban días turbulentos en el frente gobernante.
El lunes, los sectores más duros de la coalición pidieron cambios en el gabinete. “Cuando el pueblo pide sangre, alguna cabeza tiene que rodar”, graficó Juan Grabois. En el mismo sentido fue Luis D’Elía. Un día después, la senadora María de los Ángeles Sacnun, una de las más cercanas a la vicepresidenta, consideraba “natural” relanzar el Gobierno con nuevos actores. Lo mismo expresaba Hugo Yasky.
El kirchnerismo considera que la situación económica fue lo que le hizo perder la elección. En esa línea, apuntan contra los ministros de Economía y Producción, Martín Guzmán y Matías Kulfas. Y también contra el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, quien nunca fue del agrado de la vicepresidenta.
Alberto se negó “oxigenar” el gabinete. Los cambios, en todo caso, llegarían en noviembre. Entonces hubo movimientos en dos distritos claves del kirchnerismo: Santa Cruz y Buenos Aires. En el sur, Alicia Kirchner le pidió la renuncia a todo su gabinete; en la provincia, fueron los ministros quienes pusieron sus cargos a disposición del gobernador Axel Kicillof. “Haciendo lo que hay que hacer”, lo definió Fernanda Vallejos, legisladora kirchnerista.
El Presidente respaldó a sus ministros. En dos actos que encabezó en Casa Rosada, sentó a su lado a los funcionarios que comandan el área económica; en primera fila a Santiago Cafiero.
La imagen con Guzmán
El detonante fue este mediodía, cuando se mostró con el ministro de Economía y ratificó la necesidad de acordar con el FMI. Minutos después, llegaría el estruendo que, por estas horas, sacude a la política: el ministro del Interior, Eduardo ‘Wado’ de Pedro, ponía a disposición su renuncia. Lo siguieron Martín Soria (ministro de Justicia y Derechos Humanos), Roberto Salvarezza (ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación), Jorge Ferraresi (ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat); Juan Cabandié (ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible); Tristán Bauer (ministro de Cultura). Se sumaron otros funcionarios de segunda línea, pero con mucho peso dentro del Gobierno: Luana Volnovich (Directora Ejecutiva de PAMI), María Fernanda Raverta (Directora Ejecutiva de ANSES), Juan Cabandié (ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible), Pablo Ceriani (presidente de Aerolíneas Argentinas), Martín Sabbatella (presidente de ACUMAR) y Victoria Donda (INADI). Todos ligados al kirchnerismo y La Cámpora.
Ante el cataclismo, Fernández regresó a Casa Rosada. Convocó a los ministros que aún le responden y llamó a un hombre que se llevó las miradas de los periodistas acreditados en Casa Rosada: Aníbal Fernández. En paralelo, Sergio Massa, titular de la Cámara de Diputados, reunió a su tropa en Retiro.
El martes a la noche se reunieron en Olivos Alberto y Cristina. Lo que sucedió hoy hace pensar que no hubo acuerdo. O que, al menos, no coincidieron en la estrategia que hay adoptar de ahora en más.
El Frente de Todos, como se concibió el 18 mayo de 2019, el día que Alberto Fernández fue ungido como candidato a presidente, dejó de existir. El mandatario está ahora ante una disyuntiva. Debe “tomar el toro por las astas”, como aconsejó Victoria Tolosa Paz. Su decisión, probablemente, no tenga retorno.