Una Corte más dependiente

La Corte de Justicia de Catamarca está a sólo un paso de ser un órgano completamente funcional al poder político. Lo es hace rato, pero pronto ya no habrá ni un lunarcito de color sobre el manto de protección política del máximo cuerpo de justicia.

Sólo queda el veteranísimo José Cáceres, que cuando se nombre al reemplazante de Raúl Cippitelli quedará en posición de 1 a 6 ante los ministros puestos por el gobierno. Una excelente noticia para los funcionarios, una mala noticia para quien crea en eso que se llamaba la división de poderes: chicos, rompan los manuales.

El peronismo gobierna hace casi doce años, y ya tiene una Legislatura que funciona como escribanía. Ya tiene un Tribunal de Cuentas que es manejado por exministros del Ejecutivo, puestos a controlarse ellos mismos, y ahora tendrán también una Corte totalmente propia.

Jalilandia se convierte en realidad, y acá no tiene nada que ver que lo hayan votado: lo votaron, en todo caso, para el Ejecutivo, no para que arrase con las instituciones.

Todo es de un solo sector, también los negocios. Contratan, compran, venden, hacen presupuestos, pagan, cobran, controlan. Todo en un solo lugar, y si surge algún litigio, la Justicia está en su bolsillo.

Es grave, es triste, es una decadencia alarmante para un Estado que se maneja como una empresa familiar, con miles de parientes repartiéndose índices, cargos, sueldos, privilegios.

Jalil se ha construido la suma del poder público y lo dicen hasta sus laderos, para quienes es más cómodo seguir disfrutando de un buen pasar y ser cómplices que rebelarse.

¿Sirve quejarse? Poco y nada: ya todos están planeando sus vacaciones. La famosa crisis no les pega a todos por igual. Y menos que menos a quienes viven con plata ajena. Para ser más exactos: con la tuya.

El Catucho.

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