Un bloque herido que demanda atención

La cohesión de los bloques parlamentarios tiene una base ideológica partidaria. Pero esa identidad compartida entre los miembros de la bancada no siempre es suficiente para garantizar la unidad de la tropa. En una política en la que frecuentemente afloran los reclamos personalistas y las aspiraciones sectoriales, la unidad requiere que los jefes políticos estén muy atentos a esas demandas. De lo contrario, el riesgo de fractura es latente. Como lo comprobó estas semanas el gobernador Jalil con su propio bloque de diputados. 

En medio de un ambiente enrarecido por la psicosis por el coronavirus y los cruces políticos, este miércoles la sesión de la Cámara de Diputados de la provincia fracasó por falta de quórum. El bloque del FDT, que tiene legisladores suficientes para garantizar el mínimo exigido para sesionar, se vio disminuido por la ausencia de seis de sus diputados. Y la oposición, que tampoco estuvo en el recinto, accionó para que la fisura quede más en evidencia.

La previa a la sesión frustrada fue una reunión que el propio gobernador Raul Jalil tuvo con la presidenta del cuerpo, Cecilia Guerrero, el presidente del bloque FDT, Marcelo Murua, y el presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, Augusto Barros, horas antes. Un encuentro que se produjo en la propia Legislatura (no es usual que el gobernador se desplace hasta el edificio legislativo) y que algunos interpretaron como un respaldo político a los convocados. Lectura que parte de un antecedente, que tuvo menos trascendencia, pero significativo para este episodio.

Los seis legisladores del FDT ausentes en la la última sesión, Daniel Lavatelli, Verónica Mercado, Armando Zavaleta, Hugo Corpacci, Armando López Rodríguez y Cintia Gambarella, son los mismos que pegaron el faltazo en la sesión del miércoles 26 de agosto. Ese día, la cámara baja trataría el proyecto enviado por el Ejecutivo, por el que se amplió la autorización a la Provincia para tomar crédito y emitir Letras del Tesoro. Ante la ausencia del grupo de los seis, el oficialismo necesitó el acompañamiento de Juntos por el Cambio y el diputado Hugo Ávila de Unidad Ciudadana para aprobar la iniciativa.. 

Los diputados “corpaccistas” del FDT venían desde hacía un tiempo reclamando más participación dentro del trabajo político del bloque. La demanda de entidad y consideración respondía, según se explicaba por lo bajo, a un destrato o vacío de parte de la presidenta Cecilia Guerrero, replicada por Murua y Barros. Ante la ausencia de respuestas y metieron el faltazo. 

La estrategia, como mínimo, logró llamar la atención del Ejecutivo, que vió como la aprobación de la tan necesaria herramienta financiera tambaleaba y finalmente lograba la sanción por la buena voluntad de (una parte de) la oposición que accedió a acompañar. Pero el grupo de sublevados no logró el objetivo perseguido. 

En la semana que transcurrió desde ese miércoles hasta la sesión de esta semana, los diputados del grupo disconforme  entendieron que no hubo respuesta a sus demandas. Peor aún, tampoco fueron invitados a la reunión que Guerrero, Murua y Barros mantuvieron con el propio Gobernador, quien tuvo el gesto de ir personalmente a las oficinas de la Cámara de Diputados. Como sal que escuece la herida, los diputados “corpaccistas” sintieron que la reunión así planteada fue desprecio a sus demandas.

En paralelo, como una especie de spin off de las series modernas, la oposición hizo su propia jugada para dejar más en evidencia el faltazo de los seis diputados, demorando su ingreso al recinto y forzando la suspensión de la sesión por falta de quorúm. Varios diputados del JXC se encargaron de remarcar que el FDT tiene los números para garantizar el inicio del debate, y que si no se pudo sesionar fue por las “internas” del oficialismo.

Hacia afuera, en el discurso público, todos los actores involucrados en la seguidilla de desencuentros niegan la herida. La diputada Mercado, el ministro de Gobierno, Jorge Morenos y el diputado Lavatelli, declararon ante la prensa quitándole trascendencia  a lo ocurrido. Pero hacia adentro, los ánimos están caldeados. 

La semana pasada el oficialismo logró aprobar la autorización a la toma de crédito con el acompañamiento de la oposición. Pero dejar que en el futuro el éxito de las iniciativas legislativas dependa de la buena voluntad de legisladores ajenos, cuando tiene los suficientes propios, parece una jugada, cuanto menos, arriesgada. 

Pensando en proyectos de importancia trascendental para el Gobierno, como la reforma del estado o la reforma constitucional, parece que será más sensato para el oficialismo echar un bálsamo curativo y vendar las heridas, antes que dejar que carcoma más el tejido ya afectado y provoquen un daño irreversible.

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