Un año tras la masacre de Hamás: análisis de las fallas en la seguridad israelí

A un año de la masacre perpetrada por Hamás en territorio israelí, donde 1.200 personas fueron asesinadas en pocas horas y 250 más fueron tomadas como rehenes, el pueblo hebreo continúa en duelo y reflexionando sobre los errores cometidos en un evento que dejó huellas profundas.

A pesar de ser uno de los países con mayor poderío militar y tecnológico del mundo, Israel vio cómo su defensa colapsó en cuestión de horas el 7 de octubre de 2023, no frente a un ejército convencional, sino ante un grupo terrorista que operó de manera organizada.

El ataque se ejecutó mediante la ruptura de cercas, el uso de paracaídas, motocicletas y camionetas, y con armamento que incluía fusiles, ametralladoras, misiles de fabricación iraní y norcoreana, granadas y cuchillos. Los atacantes mataron indiscriminadamente, incluyendo a bebés y ancianos, y perpetraron actos de violencia extrema. Los mapas encontrados tras el ataque indicaban intenciones de conquistar territorio y establecer un califato.

Israel enfrenta actualmente conflictos en varios frentes, siendo la reciente guerra en Líbano contra Hezbolá la más destacada, y en medio de preparativos para represalias contra Irán por el lanzamiento de misiles hacia su territorio la semana pasada. En este contexto, se ha adoptado la filosofía del “Nunca Más”, que busca garantizar que el pueblo judío no vuelva a ser víctima de la violencia por su identidad.

La noción del “Nunca Más” se remonta al sufrimiento del pueblo judío durante el Holocausto. Durante las primeras conversaciones con fuentes israelíes, se presentó una imagen emblemática de un judío en un campo de concentración, arrodillado y a punto de ser asesinado. Este símbolo resuena fuertemente desde el 7 de octubre de 2023.

Clarín ha llegado a Israel un año después de la masacre, un evento que también supuso un grave fracaso para la seguridad nacional del primer ministro Benjamin Netanyahu, quien ha enfrentado críticas por su intención de implementar reformas judiciales en medio de juicios por corrupción.

A pesar del desastre, el gobierno de coalición de Netanyahu se mantiene en pie, fortalecido por sus acciones contra Hezbolá y la eliminación de su cúpula, aunque enfrenta críticas de los familiares de los rehenes. Muchos de estos familiares, como Itzik Horn, padre de dos rehenes en Gaza, acusan a Netanyahu de priorizar su supervivencia política en lugar de buscar un acuerdo seguro para el retorno de los cautivos. Marchas contra el gobierno se realizan todos los sábados, evidenciando la oposición en el marco democrático.

El clima de incertidumbre en Israel se ve alimentado por el miedo a una guerra abierta con Irán, que apoya a los grupos terroristas, y por el aumento de ataques individuales, como el ocurrido el martes en Tel Aviv, que dejó siete muertos, y otro en Askelon, donde una joven fue asesinada.

En el análisis del ataque de Hamás, los altos mandos israelíes reconocen que en los primeros cuatro minutos se registraron cinco incidentes inesperados: el lanzamiento de cerca de mil cohetes desde Gaza a las 6:29 de la mañana, la invasión terrestre de 3.500 terroristas, el aterrizaje de paracaidistas, el uso de drones armados y hasta la preparación de una invasión naval.

La magnitud del colapso fue tal que el ejército israelí solo pudo recuperar el control de la zona horas después del ataque, cuando los terroristas ya se habían retirado a Gaza con rehenes, tanto vivos como muertos. “Nos tomó seis días entender lo que había pasado”, admitieron.

En un diálogo con Clarín, el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, Roni Kaplan, defendió las acciones de su país ante las acusaciones internacionales de genocidio en Gaza y Líbano, afirmando que si ese fuera el objetivo, podría lograrse en minutos. Según Kaplan, Israel busca “eliminar amenazas” en lugar de iniciar una guerra.

Los mandos militares reconocen haber eliminado a aproximadamente 18.000 terroristas en Gaza, así como una cifra similar de civiles, mientras que los bombardeos en Líbano han causado alrededor de 2.000 muertes, de las cuales unos 400 corresponderían a militantes de Hezbollah.