Transitando el ocaso

Después de casi 4 décadas ininterrumpidas de acaparar cargos electivos e imponerse como el gran armador, Oscar Castillo parece haber encontrado en las PASO de ayer el retiro forzoso de ambos roles dentro de la UCR. A tres meses de terminar su mandato en el Congreso y con la derrota de sus precandidatos en la primaria de JxC, el Senador parece transitar el ocaso de su carrera. Fundamentalista de las mesas chicas y los rosqueos en petit comité, el jefe de la menguante línea Celeste tambalea ante el resultado de las internas, esas que tanto trabajó por evitar a lo largo de su trayectoria y ahora parecen doblegarlo.

Diputado provincial, dos veces consecutivas diputado nacional, gobernador y tres veces consecutivas senador nacional, Oscar Castillo acumula unos 36 años de usufructo de las candidaturas de la UCR. Desde que accedió a su primer cargo electivo en 1985, prácticamente no hay período en el que el no ejerciera alguna función política electiva. Ostentando el ambivalente récord de ser el dirigente radical en actividad con más años apoltronado en la función pública.

Pero la prolífica trayectoria de candidaturas y cargos asumidos es inversamente proporcional a su vocación democrática hacia el interior de su fuerza política. Detractor de las internas y adepto a las convenientes negociaciones entre popes y sus resultantes “listas de unidad”, Castillo logró sostener su vigencia política y la de su sector con su astucia de armador. Hasta ahora.

Acorralado por la insoslayable evidencia de que ya no podría imponerse como candidato para su cuarto mandato, el Senador decidió renunciar a su aspiración re-re-re-eleccionista, y apostó todo a sus habilidades de digitador partidario. Eligió sus jugadores, armó su lista y empezó a operar para asegurarse la victoria. Lógicamente, su primera estrategia, fiel a su estilo, fue presionar para evitar la interna e imponer sus nombres. No faltaron en sus arengas oportunistas los clichés de la “lista de unidad”, “consenso”, ni las advertencias apocalípticas sobre las consecuencias de una disputa interna. Pero no tuvo suerte.

La mengua en el peso político que lo sacó de juego como potencial candidato también afectó su poder de operador. Y no pudo frenar el armado y lanzamiento de una lista opositora a sus ansias. Flavio Fama, que ya había probado la capacidad de romper del Senador, y Francisco Monti, otrora niño destacado de la Línea Celeste, se plantaron ante todos los intentos de Castillo de hacerlos deponer sus candidaturas. 

El fin de la historia es hoy conocido. La lista que encabezaban Flavio Fama, como precandidato a Senador Nacional, y Francisco Monti, aspirante a Diputado Nacional, superaron a los candidatos del castillismo ahí, en ese ruedo que su jefe político siempre detestó. Las PASO de este domingo entregaron para Castillo el peor de los resultados: derrotado en la derrota. 

Acostumbrado a siempre procurar el provecho sectorial, aun cuando este no fuera de la mano de los intereses de su fuerza política, el Senador fue un hábil ganador aun en las derrotas del FCyS y posteriormente JxC. Como el pescador que aprovecha el río revuelto, nunca antes en los últimos 36 años Castillo se había ido de una elección con las manos vacías. Ni siquiera en las más dolorosas derrotas de la UCR y sus aliados. Pero esta vez fue distinto.

Habrá que observar cual es el derrotero en los próximos dos años. Nunca a un bicho político hay que darlo por acabado en la primera. Pero camino a dejar el despacho en el que se instaló hace 18 años y vacío de poder partidario, da la sensación de que las PASO pusieron a Castillo a caminar la senda del ocaso.  

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