Con el diario del lunes, se puede avanzar en las consideraciones e hipótesis barajadas en la previa de la inscripción de los candidatos y revelación de lista para las próximas elecciones legislativas. Este trascendental paso electoral en el que se ungen los representantes de cada fuerza deja sólidas pistas de sus proyecciones y estrategias, tanto en el mediano como a largo plazo. Y el armado del oficialismo no es la excepción. Por el contrario, hay mucho para analizar.
Como se mencionó en reiteradas oportunidades en esta sección editorial, la próxima cita electoral plantea al Gobierno provincial una serie de complejidades y desafíos que exceden el mediano plazo y el resultado estricto de un comicio de medio tiempo. Lo que obligaba a los estrategas de Fuerza Patria, a tomar decisiones con visión de ajedrecista y precisión de cirujano.
Puede parecer prematuro, pero en este proceso electoral se comienza a disputar el poder de la provincia, y la estrategia política mira el 26 de octubre como una batalla con la que empezar a disputar la campaña del 2027. Obligando a que el armado de las listas se hiciera pensando en quienes serán protagonistas de ese futuro lejano/ cercano, y asignar roles en función de esa planificación.
En ese sentido, los grandes interrogantes pasaban por saber qué lugar ocuparían los principales referentes del oficialismo y, por extensión, sus sectores y dirigentes; Corpacci y el corpaccismo, Jalil y el jalilismo; Saadi y el saadismo. Y, a partir de allí, proyectar el protagonismo, o papel de reparto, que anticipadamente se le estaría asignando a cada uno. Lo que, a esta altura, ya parece estar definido.
Aunque permite valoraciones ambivalentes, lo que objetivamente queda claro es que el jalilismo no ocupa en este proceso electoral un lugar de centralidad. Espacio que claramente fue tomado por los sectores y dirigentes cercanos al intendente de la Capital, dejando a la estructura de la senadora y ex gobernadora en segundo nivel de comando, pero por encima del Gobernador y su tropa.
Solo basta ver la lista de aspirantes a Diputados Nacionales para entender el esquema de distribución del poder; dos candidatos del riñón saadista y una soldado de Lucia, relegando a Silvana Ginocchio, quién en diciembre dejará de ocupar un cargo electivo. Diseño que se repite en las demás listas, sobre todo en las de mayor peso político, como las de Diputados Provinciales y Concejales de la Capital.
El veto a las re reelecciones y los terceros mandatos, aplicado a rajatabla en todo el armado, fue uno de los argumentos (loables) con el que se limitó, entre otras, una nueva postulación a la primera dama provincial y a Dante Lopez Rodriguez. Pero el achique de espacios fue asumido por el jalilismo, replegando su campo de acción y perdiendo peso en el neurálgico ámbito legislativo nacional.
Desde una visión estratégica, en esa imperiosa proyección al 2027, tiene lógica que la construcción de poder y contienda con los demás sectores del arco político comience a ser comandada por quien, en dos años, asumirá la defensa del Gobierno provincial y buscará su continuidad. En una especie de delegación anticipada de la responsabilidad electoral y defensa del proyecto. Pero no deja de ser una mengua sensible en el capital político del Gobernador.
Algunos sostienen que es un proceso que, camino a cumplir los acuerdos de alternancia y de no extender la gestión más de dos periodos, empezó meses atrás con la cesión de algunos espacios de gestión claves, con los que los sectores de la senadora y el intendente incrementaron su cuota de poder en el Gobierno.
Por otro lado, hay quienes aseguran que en estas decisiones también subyacen razones puramente partidarias, ligadas a desconexión del mandatario con los cuadros dirigenciales y la militancia, que reclamaron cambios en el comando y oxigenar la oferta, bajo la amenaza de no traccionar. Una especie de “quite de colaboración” electoral para exigir el corrimiento del sector más cercano al Gobernador.
Con plena conciencia de la trascendencia del proceso electoral que culminará el 26 de octubre, sabiendo que es el punto de partida de dos años de trabajo por sostener el proyecto, el peronismo local ya reasignó roles. Las interpretaciones pueden ser subjetivas y radicalmente opuestas: una transición ordenada y estratégica hacia el saadismo o una presidencia anticipada del jalilismo. Lo concreto es que el oficialismo ya juega sus cartas para el 2027, y el intendente de la Capital tomó el testigo y asumió el relevo.
El catucho