El gobierno usa sus canales de comunicación para saludar a deportistas como Julián Gutiérrez por sus triunfos, pero no dice una palabra de la renovación de medio gabinete.
Entre gallos y medianoche se van unos ministros, asumen otros, y no se manda ni un parte de prensa, sino que todo se maneja por rumores.
Conductores de áreas clave como Economía, Salud o Seguridad, son removidos sin dar explicaciones y huyen en silencio por la puerta de atrás, mientras el mismo gobierno bombardea a la población para anunciar cataclismos económicos, pérdida de recursos, crisis y dramas. Sí, el mismo gobierno que se felicitaba por su gran administración, la llegada imparable de megainversiones y la generación de empleo privado.
Como muestra hoy no permitieron el ingreso de la prensa a cubrir la asunción de la nueva ministra de Salud.
El gobernador sale a decir que en vez de construir casas piensa arreglar veredas, bajan las ventanillas de pago, arman viajes para pasear al exterior, y reina una conducta de oscila entre la bipolaridad y la esquizofrenia.
Lo extraño es que todos los gobiernos luchan contra los rumores y este gobierno los promueve. Le gustan, se siente cómodo, juega con la incertidumbre, como si el caos le sirviera a Raúl Jalil para jugar a ser misterioso. Como si el miedo general que trata de inyectar lo dotara de más poder. Se siente cómodo con la amenaza que pasa por encima de todos como un nubarrón.
Pero no todos tienen miedo. Muchos están enojados. Otros enojadísimos. Y no hablamos de la oposición, sino de su gente. Gente que se siente manoseada, usada, y sobre todo que siente que tiene muchas facturas pendientes.
Hoy el gabinete de Jalil es una amenaza mayor para el gobierno que toda la oposición junta. Muchos se hartaron, quieren prender el ventilador. La mayoría habla en privado, que en Catamarca es lo mismo que publicar en Facebook. Lo que sabe uno a la mañana lo sabe toda la provincia a la tarde.
Raúl juega con ellos, los mueve como soldaditos de plástico de acá para allá. Los pisa, los acomoda, los pone, los saca. Está seguro de que nadie va a hablar, les mete presión y premios. Por eso a cada uno que le bajó el pulgar y lo sacó de su sillón, le da rápido otro cargo bien pago, para que sigan bajo la suela de su zapato. Para que sigan callados.
Jalil está sembrando vientos. Y mucha atención, porque las tempestades no tardarán en llegar.
El catucho