La reciente suba del dólar encendió señales de alarma en el oficialismo, justo cuando restan poco más de cuatro semanas para las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Pese a los gestos de serenidad que buscaron mostrar desde el equipo económico en distintas apariciones mediáticas, puertas adentro hubo llamados a los bancos, reproches cruzados y evidentes contradicciones.
Las automotrices ya aplicaron remarcaciones de precios, mientras que en los supermercados se empieza a escuchar el “ruido de los sables”, expresión con la que el sector resume la tensión creciente con los proveedores por el traslado de la suba del dólar a las góndolas.
Aunque el Banco Central convalidó tasas que duplican la inflación esperada y el dólar tocó el techo de la banda cambiaria, el ministro de Economía, Luis Caputo, minimizó el tema. “Ante el riesgo kuka, algunos deciden cubrirse. Nada que no hayamos anticipado”, expresó. Sin embargo, luego llegaron otras explicaciones: desde un supuesto complot del Congreso y Stiglitz, hasta una corrida organizada por los bancos, pasando por el Tesoro que habría retirado oferta tras comprar US$ 1.500 millones.
Un dato que el oficialismo evitó destacar es que, tras un primer semestre récord en liquidaciones del agro, ahora comienza a notarse una baja en la oferta de divisas. Como explicó el economista Emmanuel Álvarez Agis, los programas como el dólar soja no crean dólares nuevos, sólo adelantan ingresos que luego faltan.
En este contexto, el Banco Central citó individualmente a representantes de distintas entidades financieras para pedirles que se corran de las operaciones de corto plazo y migren a instrumentos más largos. Sin embargo, desde el sector bancario advierten incoherencias: “Nos piden eso, pero al rato abren la ventanilla con tasas altas de repo para absorber pesos”, explicó un directivo.
A esto se suma el cambio en las explicaciones oficiales. Primero, el presidente Milei culpó a un banco nacional por la suba del dólar; luego Caputo y Bausili apuntaron a movimientos de fin de mes de entidades internacionales y compras del Tesoro como causa de la caída en la oferta de dólares.
En cuanto a precios, Caputo celebró que, por ahora, la suba del dólar tuvo un impacto contenido, con una inflación proyectada del 2% en julio. Sin embargo, eso fue antes de que la cotización superara los $1.300 y se acercara a los $1.400. Con ese nuevo salto, las listas de precios se recalibraron: en el sector automotriz los aumentos llegaron al 12%, muy por encima del 3% previsto previamente.