En la mayor fuente de trabajo que tiene Catamarca, la Administración Pública Provincial, hay un volcán a punto de ebullición, por una sospecha (para algunos certeza), de que el Gobierno se está quedando con dinero de los trabajadores, con un mecanismo tan sencillo como terrorífico: hace mal las liquidaciones.
El tema no es nuevo, siempre hay quejas y observaciones, pero esta vez todo se salió de control, porque no hay una, dos ni tres, sino 14.000 presentaciones realizadas por trabajadores, algunas individuales y otras colectivas, y todas marchan en el mismo sentido: afirman que el Estado les está robando parte de sus salarios porque liquida mal los haberes.
Se supone que frente a un problema tan grave de inmediato debe haber una aclaración, pero eso sería en un lugar normal, no en Catamarca donde el Gobierno tiene un escudo protector que le permite esconderse siempre.
Nadie da una respuesta satisfactoria, nadie explica calculadora en mano que los reclamos son infundados, y entre los empleados públicos, que bastante mal la pasan, la indignación crece sin cesar.
Ayer hubo un intento en la Legislatura para llamar a la ministra de Trabajo, Verónica Soria. Quieren interpelarla, y que diga qué es lo que está pasando.
Por supuesto, esto no prosperó. Corporativamente, la manada de legisladores oficialistas rechazó la presentación del pedido, y como tampoco tienen respuestas para dar, buscan zafar con un poco de la burocracia amiga: que el pedido de interpelación se presente por Mesa de Entradas, que lo lleve una persona pelirroja con un clavel en el ojal, que recite la Ilíada en griego. Cualquier excusa es buena para no responder.
Porque este Gobierno que siempre elige el silencio, ahora está asustado por las elecciones, entonces patean el tema desesperadamente para adelante. Con el temita de la Mesa de Entradas, se aseguran que el pedido de interpelación a la ministra quede para la próxima sesión, y como no van a sesionar en la semana previa a las elecciones, todo queda para vaya a saber cuándo. La gilada que espere.
Tan patético como el comportamiento de la bancada oficialista es el accionar de los gremios que a cambio de favores tienen un romance con el Gobierno: ¡en lugar de apoyar los pedidos salieron a desestimarlos! ¡Son los únicos gremios del mundo que se ponen del lado de la patronal y contra los trabajadores! Y claro, ¿qué nombramiento, acomodo o índice les puede ofrecer un empleaducho cualquiera? Mejor estar con el que corta la torta.
Así las cosas, nadie da respuestas, miles y miles de quejas son ignoradas, y no hay un argumento que muestre lo que está pasando con las liquidaciones y el dinero de la gente.
El Gobierno se queda callado y lo único que le importa es la elección. ¿Y si los trabajadores hablan en las urnas, los escucharán?
La visión del catucho