Se terminó la magia

Después de resistir más de tres meses sin casos de coronavirus, Catamarca estalló con casi tres decenas de casos confirmados en un par de días, y las autoridades están desbordadas por la preocupación.

Ya nadie sabe cuánto se expandió el virus, no saben cómo controlar a la gente ni cómo enfrentar los efectos económicos de una pandemia que saltó desde las lejanas imágenes de la TV hasta nuestra realidad.

Esta Catamarca que sacaba pecho, que era ejemplo nacional, que llevaba a todo el país a preguntarse “¿Cómo hacen?”, ahora cayó en crisis porque la situación se fue de las manos en tiempo record.

¿Qué pasó? Seamos justos. Si hasta ayer nomás todos eran reconocimientos y felicitaciones, no se puede ahora salir con los tapones de punta buscando culpables.

Se sabía que podía pasar en algún momento, y pasó. Pero también es cierto que algo falló.

Fallaron los controles, porque todos se relajaron, o se convencieron de que Catamarca era un paraíso protegido mágicamente. Y no: aquí somos humanos igual que en todos lados.

Lo cierto es que se descuidaron los ingresos a la ciudad. Mucha gente pasó por los controles y los vio vacíos. Y muchos camioneros entraban y salían como Pancho por su casa. Y el día del contagio llegó. Ahora hablan de testear camión por camión, y está muy bien, pero es un poco tarde.

Los que promovían la idea de que Catamarca estaba protegida por la virgen entenderán ahora que era una actitud irresponsable, y que tendrían que haber explicado a la gente la importancia de cuidarse de verdad y no creer que estaban inmunizados por decisión celestial.

Ahora no queda otra que aislarse, respetar el distanciamiento social, quedarse en la casa, lavarse las manos, no tocarse la cara. El virus pasa de persona a persona, sin circulación de personas no circula el virus.

Nos esperan días difíciles. Habrá que actuar en serio, para que esto no pase del paraíso al infierno.

El Catucho.

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