Se nos va el año…

Pestañeamos dos veces y ya estamos en diciembre. Los políticos ya están pensando en las vacaciones para tomar impulso para la campaña que viene, y este 2022 para el olvido se va cerrando con más pena que gloria.

El año se fue entre peleas coyunturales en la pobre vida partidaria lugareña, donde ahora la Corte de Justicia peronista grita contra el Poder Ejecutivo peronista que la dio a luz porque quiere asegurarse más plata para el año que viene, y la sociedad toda está de rehén obligada a escuchar esa discusión como si le afectara en algo.

El año arrancó con el derrumbe, implosión, explosión, caída y detonación de las financieras, esas cuevas de dinero que daban intereses hasta ocho veces más altos que los bancos, y que atraparon a miles de personas convencidas de que se iban a hacer millonarias de la noche a la mañana. También a muchos que ya eran millonarios, y querían más y más.

El sistema piramidal enloqueció a los catamarqueños como la fiebre del oro californiana. Porque los primeros en anotarse cobraron fortunas, muchos dejaron de trabajar al tiempo que vivían lujosamente, y entre necesitados y ambiciosos cayeron multitudes. Todos querían su porción de torta, y otros vivos salieron a juntarla como intermediarios.

Millones y millones de dólares entraron en la danza, hasta que ya no hubo más pagos y quedaron decenas de miles de apostadores pedaleando en el aire. Llantos, reclamos, protestas, la justicia que intervino y nada más. Nunca apareció una moneda, nunca se condenó a nadie, no pasó nada. Papeles de acá para allá, detenidos, excarcelados, presos en sus casas, vueltas y más vueltas, una maratón de abogados y ninguna respuesta. El sueño de los Bitcoins se rompió para siempre (lo más probable es que todo haya sido un pasamanos entre gente que ponía y recibía), y para colmo, si es que de verdad había algún Bitcoin dando vueltas, también la criptomoneda se derrumbó: decían que a esta altura iba a cotizar a 100.000 dólares cada uno, pero se hundió hasta los 20.000.

Medio año se fue con el trillado y estúpido debate de la fecha de las elecciones, que al gobierno le vino como anillo al dedo para que la gente pierda su tiempo y distraiga su atención. Marzo, octubre, marzo, octubre, PASO sí, PASO no, PASO sí, PASO no. La oposición reclamando certeza, y el gobierno coqueteando y jugando en su salsa.

Así como los de las financieras dijeron mañana pago, mañana pago y no pagaron nunca, el gobierno hizo lo mismo: mañana anuncio, mañana anuncio la fecha. Lo anuncio en octubre, en la segunda quincena de octubre, a fines de octubre, a principios de noviembre, y la gilada sentada esperando.

El oficialismo cayó en la peste de todos los oficialismos catamarqueños: dejó de tener vida partidaria para pasar a ser el juguete personal de tres o cuatro. No se renuevan autoridades internas, no se vota nada, son dos o tres pastores que deciden todo en mesa chica, obviamente a favor de ellos mismos, y el resto es arrastrado como rebaño de ovejas.

La UCR trata de reorganizarse después de perder a dos de sus líderes naturales, Eduardo Brizuela del Moral y Marita Colombo, mientras el pasado acecha con un Oscar Castillo asociado al gobierno que insiste en meter la cuchara para abortar cualquier despegue. Los pequeños aliados del radicalismo traen sus figuras nacionales para ver si se posicionan, pero por su caudal de votos no pueden salir del rol de acompañantes.

Pasado lo peor de la pandemia, los “héroes” de ayer son basureados día a día. Llevan meses reclamando mientras el gobierno hace arreglos con sindicatos amigos con menos poder de representación que un sacacorcho.

La minería sigue atropellando a los pueblitos de la Puna mientras se hacen anuncios de inversiones ultrasupermultimillonarias sin que nadie vea pasar una moneda, y se habla del oro blanco del litio y el superprogreso de las energías renovables en una provincia que, como siempre, se queda sin luz y sin agua en su Capital cuando empieza a hacer calor.

Cada vez hay más gente pidiendo dinero en las calles, pero día por medio el gobierno dice que bate records de empleo privado, respaldado por empresarios a los que le llena los bolsillos con dinero de todos.

Los senadores oficialistas son soldados de Cristina y están más preocupados en salvarle el pellejo a su amada, jaqueada por los casos de corrupción en la justicia, que a hacer algo por los catamarqueños.

El “avión sanitario” va y viene por todo el país, y más o menos cada diez vuelos de negocios o placer lleva a alguien con problemas de salud.

La inflación se dispara hora tras hora, los billetes de mil pesos sirven de pañuelos descartables, y ante la desesperación general el gobierno arma un show en noviembre para decir que va a pagar un bono… en febrero.

Y así se va este año, con los políticos rogando que Argentina gane el mundial para tener unas fiestas tranquilas. En eso coincidimos. También queremos que Argentina gane el mundial.

La visión del catucho 

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