Raúl Jalil finalmente consiguió su gran objetivo, que era quedarse con el control de YMAD, la potente empresa que desde hace décadas y hasta hoy produce oro en la provincia. Le queda el lastre de los socios tucumanos, que se seguirán llevando el 40 por ciento, pero dio un paso decisivo porque se sacó de encima a Nación, y toma el control total con el presidente y repartos de cargos en el directorio que le aseguran la mayoría.
El traspaso se completará con algunos trámites que faltan (que la Legislatura lo apruebe, que Presidencia firme el decreto), pero ya está todo cocinado y resuelto.
¿Es algo bueno para la provincia? Puede serlo. YMAD es una herramienta importante, todo dependerá de cómo se la use, de la transparencia y claridad con que se maneje, del destino del dinero que genera, de los manejos que se hagan.
Al pasar todo a provincia habrá menos controles externos. Eso no es precisamente garantía de que se vaya a hacer todo bien.
El Gobierno festeja y tiene motivos: tendrá más dinero y más poder en uno de los campos que más lo seduce: el minero.
No faltarán expresiones como “hito”, “histórico” y todo lo que sea necesario para marcar el dominio de la empresa como una epopeya.
Lo que no se dijo claramente, es a cambio de qué Nación se levanta de la mesa y se va.
Posiblemente empiece a haber pistas con el comportamiento de los legisladores peronistas que Catamarca puso en el Congreso, ya que los principales intereses de Casa Rosada en esta etapa están enfocados ahí.
A diferencia de muchas provincias, de la mayoría, Catamarca recibió algo. Y ahora tendrá que hacer honor al favor recibido, que no es poca cosa, como que no se hizo cuando en Nación y Provincia había gobernantes del mismo color político.
Jalil ya se había parado de manos cuando se incluyó a YMAD entre las empresas a privatizar, y logró que se diera marcha atrás. Ahora directamente la controla.
¿Qué pidió el equipo de Milei para semejante concesión? Se revelará pronto, algún costo habrá.
Ya lo dijo el propio Milei: “No existen los almuerzos gratis”.
