River Plate se embarcó en una travesía poco convencional rumbo a Venezuela para su debut en la Copa Libertadores contra Deportivo Táchira este martes. La odisea comenzó con una parada en Colombia y continuó con un largo viaje en autobús hacia San Cristóbal.
El origen de este complicado viaje se encuentra en el contexto político, ya que el gobierno venezolano de Nicolás Maduro cerró el espacio aéreo a las aerolíneas argentinas en represalia por un incidente relacionado con el decomiso de un avión de carga Boeing 747 en territorio venezolano en junio de 2022, el cual fue luego entregado a autoridades de Estados Unidos. Ante esta medida, se desencadenaron acciones diplomáticas por parte de Argentina.
Ante la imposibilidad de volar directamente a Venezuela en un vuelo chárter, el equipo de River optó por viajar a Cúcuta, ciudad colombiana cercana a la frontera, donde no hubo problemas para volar con una aerolínea local, dada la ausencia de conflictos entre Argentina y Colombia.
Desde Cúcuta, el equipo se trasladó por tierra en autobús a San Cristóbal, en el estado de Táchira, en un trayecto de 11 horas. Tras pernoctar en la ciudad, se espera que el equipo realice entrenamientos en algún predio local el día previo al partido para mantenerse activo.
El regreso también plantea desafíos. El equipo retornará en autobús a Cúcuta y desde allí tomará un vuelo hacia Buenos Aires, donde se espera su llegada durante la noche del miércoles.
River no es el único club argentino enfrentando complicaciones logísticas, ya que Boca también se enfrentará a una odisea para llegar a su destino en Bolivia, donde jugará contra Nacional Potosí en la Copa Sudamericana, con viajes en camionetas 4×4 a lo largo de un trayecto de 150 km.
