Hay mucho malestar en parte del gobierno por las declaraciones de Luis Barrionuevo, quien cada tanto aparece por Catamarca, tira una bomba y se va como si nada.
El gastronómico esta vez sorprendió a más de uno, porque no sólo declaró su creciente simpatía por Javier Milei y criticó a “la casta” (como si él no la integrara), sino que vino a denunciar responsabilidades políticas en el crimen del ministro Juan Carlos Rojas.
Barrionuevo dijo que en Catamarca se arma la Justicia con amigos y no con gente que sabe, y aseguró que desde el gobierno se protegió al fiscal Laureano Palacios para que saliera ileso del jury de enjuiciamiento con el que se buscaba destituirlo.
Ni la oposición se atrevió a tanto, y ahí viene el enojo, porque este Barrionuevo que ataca al gobierno catamarqueño y mete el dedo en la llaga del crimen de Rojitas, es el mismo que fue al velorio abrazado con Raúl Jalil. Y ahora viene a revolear la media a semanas de la campaña.
¿Para quién juega Barrionuevo? ¿Quién lo manda a hablar?
“Se hace el loquito suelto pero no tiene nada de loquito. Antes de que enterraran a Rojitas él ya estaba negociando con el gobernador para decidir a quién ubicaba en su ministerio, porque a Barrionuevo le regalaron el Ministerio de Desarrollo Social quién sabe a cambio de qué. Lo puso a Marcelo Rivera, a Maximiliano Rivera, a Rojitas, ahora a Gonzalo Marcheroni: todos amigos o parientes suyos, y en vez de hacerse cargo de lo que pasó ahí, aparece y nos quiere pegar a nosotros”, analizaba un indignado integrante del círculo rojo de Raúl, pidiendo explicaciones que nadie le iba a dar.
Una perlita más que pasó desaparecibida: Barrionevo dijo que paga a “gente de confianza”, civiles particulares para que investiguen el crimen de Rojitas, una maniobra con tufillo al caso Morales, donde había comisiones paralelas, todos se largaban a investigar por su lado, y ya sabemos cómo terminó la historia.
El catucho