La Obra Social de los Empleados Públicos es un dilema sin solución. Pasan los gobiernos y los problemas siguen, y la atención empeora, y las fallas se agravan. Pero nadie logra corregirlas. Aunque a esta altura del partido ya cuesta definir si es que no pueden o no quieren arreglarla.
Más que lo económico, el problema de OSEP es de concepción: se lo ve como una fuente de dinero jugosa y fresca, donde la atención está más puesta en servirse un bocado en que en brindarse a los afiliados.
Por eso las administraciones cambian y siempre terminamos viendo que manejan la OSEP figuras que están de los dos lados del mostrador, los grandes proveedores, los grandes recaudadores son los mismos que deciden y autorizan.
OSEP no mejora porque no quieren que mejore. Porque “funciona” muy bien así para los que quieren que siga siendo una montaña de ganancias en efectivo.
Pasa con las derivaciones, con las internaciones, con la farmacia, todo se convierte en un negocio redondo porque la obra social trabaja con quienes les conviene y no con lo que le conviene al afiliado, que es el que paga y sostiene toda la estructura.
Es verdad que hay algunos abusos, que hay personas que tienen un grupo familiar enorme y aportan un mínimo. Pero son los menos. También hay muchos que aportan y no utilizan servicios, porque recurren a centros asistenciales públicos (los más) o tienen cobertura privada (los menos).
Pero la clave para corregir este problema sin solución aparente es cambiar la mirada de la conducción, y formar un directorio donde empleados y afiliados estén representados.
OSEP responde a un solo cuerpo, que es el de los grandes prestadores. Hubo y hay beneficiados directos de cada operación que son alternativamente actores privados y públicos. Públicos a la hora de pagar, privados a la hora de cobrar.
Y detrás de cada negocio hay un afiliado que se perjudica. Porque lo obligan a comprar determinado remedio y en determinado lugar. Porque le dicen dónde, cómo y cuándo atenderse. Porque el que autoriza y decide es muchas veces el mismo que va a direccionar al paciente.
Y la atención es pésima, siempre pésima. Y las decenas de millones que se gastaron en supuestos sistemas innovadores no cambiaron nada.
Que OSEP no anda bien ya se sabe. La pregunta ahora es si es que algún poderoso prefiere que funcione así.