Todos estamos de acuerdo en que apuntar a alguien con un arma en la cabeza está mal. A cualquier persona. Y es más grave si es a una autoridad, como la vicepresidenta. Un hecho violento, espantoso y desagradable que, al menos dejaba una sola cosa “positiva”: todos estábamos de acuerdo en condenarlo.
Así se hizo en el Congreso de la Nación, en las provincias y hasta en la Legislatura porteña, donde manda la oposición. Muy bien, un buen gesto, una oportunidad de unirnos en el repudio a la violencia. Pero… siempre hay un pero. Y tenía que ser en Catamarca, el único lugar del “mundo” donde no se aprobó el repudio en forma unánime.
¿Y por qué? Porque los peronistas se pasaron de rosca, vieron que tenían la chance de sus vidas y atropellaron con todo. Hay que ser muy torpe para malograr una oportunidad así: la oposición se había portado bien, fue a sesionar (¡un sábado!) y sabiendo a lo que iba, pero el proyecto ya fue un abuso.
Además del repudio le metieron un “apoyo incondicional a Cristina”, críticas a medio mundo y sí, lo arruinaron.
Un abuso igual que el “feriado” inventado para meter más gente en la manifestación, un abuso igual que el paro nacional que quieren hacer los sindicatos. Paren la mano, falta declarar un año sabático.
Y ya dijimos que la violencia es horrible, pero también es horrible aprovecharla para sacar ventaja política, usarla en beneficio propio, politizarla así, dejar de trabajar, sobreactuar. Algunos lo tomaron como una tarjeta verde para cualquier cosa.
No pueden con su genio, paren la mano. Que se investigue, que la justicia actúe, que se condene a los responsables, que se mejore la tarea de la custodia, todo bárbaro. Pero no mezclemos las cosas ni usemos un hecho tan feo como caballito de campaña.
Tenían una oportunidad de dar un salto de calidad, de hacer algo para bajar los ánimos y no, salieron desbocados para arruinarla. Y la aprobaron solos, de caprichosos nomás. Ni se dieron cuenta de que así no sirve, se buscaba otra cosa.