PJ Catamarca: el partido sin cabeza

Raúl Jalil decidió prescindir de la política cuando inició su gobierno, y hoy se están pagando las consecuencias. Con Lucía Corpacci instalada en Buenos Aires desde hace rato y Jalil con la mirada siempre enfocada en el mundo empresarial, el PJ Catamarca quedó como una botella vacía.

Ahora con bombos y platillos se festejó la asunción de las “nuevas autoridades”. Antes eran Corpacci y Jalil, ahora son Corpacci y Jalil. El resto son los nombres que acomodaron Corpacci y Jalil, con los amigos de siempre.

El PJ es el partido político más importante de Catamarca. Tiene seguidores y militantes por todas partes, en cada ciudad, en cada barrio, departamento y pueblo. Y todos se preguntan lo mismo. A estas nuevas autoridades ¿quién las eligió? Está claro que nadie fue a votar la dirigencia partidaria. Pero ni siquiera se hizo un simulacro de Congreso. No convocaron a nadie, nada de nada.

La Mesa Chica y la Dedocracia gozan de buena salud. Pero el peronismo se cae a pedazos. ¿Cuántas unidades básicas nuevas inauguró Jalil desde que asumió? ¿Cuántos barrios visitó? ¿Cuántas calles “patearon” sus ministros? ¿Cuámnto barro tienen en los zapatos?

Nada. No se hizo nada políticamente. Al contrario, se nombraron decenas de opositores en puestos clave. Se nombró hasta a la hija de Oscar Castillo, mientras la gilada peronista espera de brazos cruzados.

Y todo tiene consecuencias. Ahora que se necesita el partido para ir a una elección, la montaña de plata disponible no alcanza para convencer a la gente. Para “enamorar”, como se dice ahora. ¿Qué va a enamorar? Jalil es el gobernador y ni habló en el acto del PJ. Por algo será… ¿qué iba a decir?

Ahora llaman a los intendentes de apuro y les sacan una foto. AL mejor estilo PRO. Miren, tenemos la foto, estamos juntos. ¡El peronismo no hace política con fotos de funcionarios! ¡Hace política en la calle!

Los intendentes van porque necesitan que siga saliendo agua de la canilla. No engañan a nadie con esa puesta en escena del apoyo. Hasta diciembre tienen que pagar sueldos, si los llaman mañana para otra foto van a ir de nuevo.

En menos de un mes se presentan las precandidaturas, y el oficialismo sufre su orfandad de conducción. Corpacci, sin chequera, lo mejor que tiene para decir es lo que hizo hace diez años. Jalil no puede decir nada.

Y no hay conducción. Por eso se llega a la recta final sin nada definido, con los intendentes empujándose para ver quién se queda con el saco de Dusso. Nadie ordena, nadie manda, no hay cabeza.

Y la militancia, que en definitiva es la que tiene los votos, ya está cansada. Porque ya sabe lo que Jalil, ya sabe lo que son sus funcionarios, ya saben que es cualquier cosa menos peronismo.

Por eso no sorprende que las miradas hayan estado bien lejos de ese escenario. Y en el horizonte se vea otro candidato, que eligió comerse unas empanadas antes que ser parte del circo decadente.

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