Pases a disponibilidad

Si algo revela esta campaña en su tramo final, es que muchos actores protagónicos de la política han perdido relevancia. Pueden rosquear o tener alguna reunión, pueden mover el teléfono, puede ser que alguien los escuche. Pero ya no mueven la aguja, y la realidad es que están fuera del juego, no pueden mostrarse, no suman nada: perdieron el poder.

En Catamarca, el abanderado de esa generación es Oscar Castillo, mandamás de la UCR y del FCS durante décadas, que se fue apagando a fuerza de fallarle a los que lo seguían con confianza ciega. Oscar básicamente los hundió a todos y se salvó siempre él. Sigue teniendo buenos contactos, pero en la campaña de la oposición no se asoma ni por casualidad, porque sería un salvavidas de plomo.

En el oficialismo, el caso más triste es el de Dalmacio Mera, que apuntaba para gobernador en los días gloriosos del Frente Para la Victoria, se quedó en el camino, y se sintió tan estrella que perdió la brújula. Soñando con cortarse solo, avisaba en todos lados que no tenía jefes, y le funcionó hasta que todos se dieron cuenta de que tampoco tenía votos. Tras coquetear entre apoyar y no apoyar al peronismo orgánico, y pasar por varios equipos sin suerte, una década después sólo tiene un índice en el gobierno y tampoco aparece en la campaña.

A nivel nacional, no hace falta decirlo. La amada y odiada Cristina desapareció del mapa, porque sólo le queda fuerza para hacer algún daño, y se lo hizo a su propio gobierno, dejándolo al borde de la bancarrota. Muchos la soñaban como presidenta en 2023, pero la realidad la muestra viendo cómo esquiva la cárcel. Sus decisiones políticas fueron desastrosas, perdió el olfato, la infalibilidad y el poder. Si el peronismo pierde, será la gran responsable. Si el peronismo gana, será porque prescindió de ella. Triste final.

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