¡Oh, estamos en emergencia!

Los diputados oficialistas de Catamarca aprobaron la declaración de emergencia en la provincia, a contramano de todos los discursos de Raúl Jalil que lleva años diciendo lo bien que está todo. Aparentemente es una contradicción, porque si siempre fuimos austeros, ahorrativos y ordenados, no se explica que de la noche a la mañana haya emergencia.

Pero parece que es todo una avivada para embarrar la cancha de la administración estatal y sacar algunas ventajas. ¿Qué se esconde detrás de la declaración de la emergencia económica, financiera, administrativa y educativa en la provincia hasta fines de año, con la posibilidad de prorrogarse por un lapso adicional de cinco meses?

Lo que dijeron los diputados opositores de todos los bloques es que lo de la emergencia es un verso, y que no hay ninguna situación grave ni extraordinaria que justifique esta maniobra.

Y claro, si hubiera emergencia no tendríamos un gobernador que se despacha con mil nombramientos políticos o que viaja al exterior más seguido que a Chumbicha.
Lo que se buscaría es relajar los controles y disponer de toda libertad para gastar o no gastar dinero público, en otras palabras, para hacer lo que se le de la gana sin tanta rendición de cuentas.

Se dice también que está detrás la intención de poner una barrera gigante que frene los reclamos de los trabajadores por los sueldos mal liquidados, porque no hay lugar para estos reclamos en una emergencia, ni mucho menos para reconocer errores o pagar algún resarcimiento.

Si hay emergencia, ¿se podrían dar de baja algunos de los cientos de índices políticos que Jalil regaló a amigos, parientes y exfuncionarios? Parece que no.
Lo que si podrá hacer es contratar con más libertad, sin frenos a montos, sin tantos controles.

Algunos diputados calificaron la jugarreta como una farsa y una estafa “para ajustar el bolsillo de los catamarqueños y engordar los bolsillos de algunos pocos, principalmente de quien nos gobierna”, por ejemplo Alfredo Marchioli, que encendió las alarmas sobre los engañosos sistemas de retiros voluntarios.

Pero así son las cosas, Jalil tendrá la ley que quería y será más poderoso y omnipotente que nunca, porque el Senado es como una escribanía donde levantan la mano a control remoto, así que el trámite está superado.

Estamos en emergencia, y al mismo tiempo somos los bendecidos por la minería y los millones de dólares que entran por todos lados. Muy loco, ¿no? Huele mal.

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