Por la pandemia de coronavirus, el Gobierno decidió a principio de año suspender, entre otras actividades, las clases presenciales. Así, docentes y alumnos tuvieron que adaptarse a las plataformas online.
En esta “nueva normalidad”, 8 de cada 10 alumnos, tanto en escuelas privadas como públicas, no tuvieron exámenes.
Así lo indica un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, realizado por Mariano Narodowski, Víctor Volman y Federico Braga. En el mismo, también se destacan otro dato: la mayoría de las familias creen que sus hijos están perdiendo aprendizajes, pero se muestran conformes con el trabajo docente.
En las escuelas primarias de gestión estatal, el 88,5% de los alumnos no tuvieron pruebas este año, y en las escuelas privadas la proporción es similar: 82% de los alumnos no tuvieron exámenes.
En los casos de los estudiantes que sí realizaron alguna prueba, 3 de cada 4 evaluaciones recibieron nota conceptual, y solo 1 de cada 4 fue con calificación numérica.
El documento presenta los resultados de una encuesta nacional que relevó las prácticas escolares de continuidad pedagógica en el contexto de la pandemia de COVID-19 en las escuelas primarias de gestión privada.
La encuesta fue respondida por familias en base a una muestra representativa a nivel nacional de 253 escuelas primarias comunes de gestión privada en ámbitos urbanos. Los datos fueron recogidos en línea. Es decir, los resultados son representativos de hogares con conexión a internet.
Las cifras muestran que, tanto en las escuelas estatales como privadas, la mitad de los alumnos destina más de 3 horas por día a actividades escolares.
La mayoría recibe devoluciones de sus actividades: 66,8% de los alumnos de escuelas privadas y 61,4% de los alumnos de escuelas estatales obtienen siempre una retroalimentación de sus docentes. El porcentaje de estudiantes que nunca recibieron una corrección es bajo: 5,3% en el sector privado y 10,6% en el sector estatal.
Rebeca Anijovich, profesora de la Universidad de San Andrés y de la Universidad de Buenos Aires, señala que esas devoluciones constituyen una forma de evaluación, aunque los alumnos no rindan exámenes: “Es interesante entender que no tomar pruebas no significa no evaluar a los estudiantes. Se abrió un escenario para abordar la evaluación desde una función formativa como una práctica que nos desafía a pensar si es posible sostenerla al volver a la presencialidad”.
“De acuerdo con la resolución del Consejo Federal de Educación referida a que no se calificarían con escalas numéricas las pruebas tomadas a estudiantes, considero que en las escuelas se ha intentado revalorizar los desempeños parciales y finales de los estudiantes en función de los aprendizajes prioritarios esperables por grado y por área”, analiza Gabriela Azar, directora del Departamento de Educación de la UCA, quien advierte: “Esto puede dispersar el foco de la evaluación y, sin una guía, puede traer aparejado que, al retornar al aula, no tengamos certezas de lo que los alumnos efectivamente han logrado aprender en la pandemia”.
Para Gustavo Iaies, director de la Escuela de Gestión Educativa de ESEADE, “la escasez de evaluaciones en las escuelas es un modelo general del sistema educativo argentino sobre el que habría que reparar. Parece necesario pensar con más detalle la necesidad de las escuelas de contar con más información que permita pensar la situación de los alumnos y diseñar estrategias de mejora. Parece necesario extender la idea de evaluación al sistema educativo, con la idea de contar con insumos claros para planificar el trabajo”.
Tanto en las escuelas estatales como en las privadas, 6 de cada 10 familias consideran que los alumnos están perdiendo aprendizajes importantes a causa del aislamiento.
A la vez, 3 de cada 4 familias valoran positivamente el trabajo de los docentes: 75,2% de las familias están conformes con los docentes en el sector privado, mientras que la cifra es 71,6% en el sector estatal.