El Gobierno de Catamarca presume casi todos los días de sus supuestos records de empleo y generación de puestos en el ámbito privado, con estadísticas incomprobables que hablan de una economía floreciente y progresos arrolladores.
Cada vez que repiten esos índices suena a fantasía pura, como las películas de Harry Potter o los beneficios de la minería para el pueblo. Versos más repetidos que los de Polo Giménez en Paisaje de Catamarca, que no tienen nada, pero nada que ver con la realidad.
La verdad es que Catamarca es una provincia pequeña, una de las que tiene menos población porque no llega al medio millón de habitantes, y acá unas 100.000 personas cobraron el IIFE, unas 50.000 viven del Estado y otros miles cobran planes y ayudas estatales para sobrevivir.
En Catamarca está lleno de comedores y merenderos populares porque hay hambre, la gente no se encadena y protesta por hobby, sino porque está en la miseria. Porque no hay trabajo, porque el Estado sigue siendo el único gran generador de empleo, y para peor es usado por los políticos para becar con sueldos regalados a sus parientes y amigos. Pero el que no tiene un funcionario de alto nivel en la familia, no tiene ni chances de llegar a un puesto público.
Catamarca genera muchos recursos, pero es dinero que los políticos ocupan en sostener su propia estructura y sus negocios. Lo demás ni les importa, jamás han hecho crecer la provincia, porque donde el empleo privado crece de verdad, el ciudadano se independiza, y acá los poderosos necesitan gente siempre sumisa y esclavizada.
Por eso ahogan a todos, incluidos los municipios del interior, que tienen que mendigar a Provincia para pagar los sueldos de miseria que pagan.
En Catamarca nunca va a crecer el empleo privado porque a la clase política no le conviene, y porque cuando hay lugar para desarrollarse y crecer lo acaparan ellos mismos, desde el Estado o con empresas que arman los propios funcionarios.
El Estado se alimenta de círculos de proveedores amigos controlados, tercerizados o manejados por los propios funcionarios.
Desde la obra pública y corralones hasta papelería, mobiliario, parque automotor o lo que sea, jamás abren el juego para los demás. Todo se lo reparten entre ellos, y si crecen empresas son sus empresas: desde ventas hasta alquileres, se lo quedan todo.
La gente no tiene chance de salir de pobre, y al que intenta hacer algo comercialmente lo aplastan y masacran con impuestos.
En Catamarca todos los ricos y nuevos ricos comen en la misma mesa y se alimentan de la misma fuente, que es el dinero público.
No hay legisladores ni ministros que vivan en asentamientos: ellos solucionan rápido sus problemas económicos y se atornillan a los cargos porque quieren más y más.
Ingresar al manejo público en Catamarca es sinónimo de escalar a la alta sociedad, y va a ser así mientras sigan pensando solo en ellos en lugar de gobernar para la gente.
Publiquen los índices que más les gusten, los que andan en la calle recuerdan lo que decía Perón: “La única verdad es la realidad”. La mejor encuesta es ver quiénes son los ricos y quienes son los pobres. Los que gobiernan siempre están del mismo lado.