Luis Barrionuevo permanece internado en Buenos Aires, después de sufrir un pico de presión. Felizmente, todo indica que se está recuperando, que está lúcido y que mejora. Siempre fue hipertenso y tuvo ahora este problema, que parecía más grave pero según los médicos evoluciona muy bien.
Luis Barrionuevo tiene más de 80 años, y ya no muestra la energía y la fuerza de hace algunas décadas atrás. Es natural, el tiempo pasa para todos. Sin embargo, no puede decirse que esté en decadencia. Sigue en los primeros planos, tiene poder político, sigue al frente del gremio gastronómico hace 40 años, está en la mesa grande de la CGT. Es un jugador poderoso, con amigos poderosos y una agenda telefónica que pocos tienen, poder económico y peso político.
Luis Barrionuevo es el catamarqueño más fuerte en la escena nacional. Se mantiene allí y nadie lo mueve. Ve pasar a todos, ve caer a todos. Pero él sigue. Arrancó en los años de la dictadura, pasó por el alfonsinismo, el menemismo, el duhaldismo, el kirchnerismo, pasó por todas las épocas y sigue ahí.
El martes llegó la noticia de que lo habían internado de urgencia.
Pasaron ya un par de días.
En Catamarca nadie abrió la boca. Ni militantes ni dirigentes. Nadie salió a expresar preocupación ni deseos de pronta mejoría. Nadie dijo nada.
Barrionuevo se declara peronista y en una provincia peronista, que es la provincia donde nació, todos leyeron la notica de su percance y pasaron la página. ¿Por qué?
Porque la misma habilidad que le permitió a Barrionuevo sobrevivir en la jungla política, lo alejó del pueblo peronista.
Fue hábil para sostenerse, pero en el camino olvidó las banderas peronistas. Siempre estará más rodeado por interesados que por militantes fervorosos.
Cuando Carlos Menem liquidó al PJ de Catamarca, él se quedó al lado de Menem. Volvió a la provincia y entró a Casa de Gobierno de la mano de Oscar Castillo. Cuando el peronismo volvió al poder de la mano de Lucía Corpacci se convirtió en el opositor número 1. Cuando Mauricio Macri desplazó al peronismo de Casa Rosada, se fue con Macri y hasta asumió como interventor del PJ nacional. Ayer nomás, fue el primer sindicalista en hacerle campaña a Javier Milei, ofreciéndole financiamiento y fiscales para la campaña.
¿Bien? ¿Mal? Cada uno sabrá. Es la realidad. Barrionuevo jugó toda la vida al Antón Pirulero y atendió su juego. Lo atendió bien y por eso está donde está.
El peronismo, ni el de acá ni el de allá, lo siente como uno de los suyos. Quedó evidenciado en este episodio, que ojalá supere pronto.
El catucho