En menos de una semana, el gobernador Raúl Jalil tuvo su segundo encuentro formal con funcionarios del Gobierno nacional, en el marco de la nueva estrategía de la administración mileista de acercarse a los mandatarios provinciales. Escenario que le abre al catamarqueño oportunidades para fortalecer su gestión, pero que al mismo tiempo genera posibles frentes de conflicto. Por un lado puede generar fricciones con sectores partidarios que le reclamen distancia del sector libertario. Además, la agenda electoral obligará a redefinir esa distancia en función de la estrategias del momento. Encrucijadas que exigirán equilibrio, sensibilidad y reflejos.
La más reciente de las reuniones, el pasado viernes, fue con los flamantes funcionarios Manuel Adorni, Jefe de Gabinete, y Diego Santilli, Ministro del Interior de la Nación. El gobierno central quiere cerrar cuanto antes el apoyo de los gobernadores a una batería de iniciativas que consideran medulares para la nueva etapa de gestión. Por su parte, los mandatarios aprovechan para poner en la ecuación sus condiciones.
A eso fue invitado Jalil el pasado viernes. Y aunque la convocatoria se está haciendo extensiva a la mayoría de los gobernadores, citados en tandas, que el catamarqueños haya sido uno de los que abrieron la ronda de diálogo “Tête-à-tête” puede leerse como un sutil signo de consideración por sobre otros jefes distritales. O quizás un indicio de que con él, el diálogo es más fluido o el acuerdo está más avanzado.
Según comentó el Gobernador, el temario del encuentro se puede dividir en dos grandes temas: los que interesan a Nación, como el apoyo al presupuesto y la iniciativa de modernización laboral que se presentará en el Congreso, y los pedidos de la Provincia, como obras de infraestructura hídrica y energética, y el traspaso de definitivo de YMAD.
Con todos los antecedentes de hostilidad y destrato que Nación tuvo para con las autonomías, se podría decir que esta nueva etapa de diálogo se está dando de manera sorprendentemente fluida y armoniosa. Y es un acercamiento que a Jalil particularmente no le presenta mayores conflictos. Aun siendo un gobernador peronista. No, al menos, en términos personales.
Los mandatos partidarios nunca fueron para el Gobernador un condicionamiento en la gestión de sus gobiernos o relaciones políticas. Su matriz pragmática siempre primó por sobre cualquier corset de pertenencia, dándole mucha facilidad para el slalom y soltura para adaptarse. Cualidad que ahora, nuevamente, le allana el acercamiento a Nación. Pero le plantea potenciales escenarios de conflictos y encrucijadas futuras, que deberá revisar con tiempo.
Por un lado, deberá prepararse para gestionar los recelos y críticas que puedan llegar de los sectores más puristas del peronismo y compañía. Es sabido que las sensibilidades ideológicas y sobreactuaciones partidarias son moneda corriente puertas adentro, y que su posicionamiento en el tablero nacional seguramente disparará cuestionamientos de algunos espacios. El apoyo a iniciativas como la reforma laboral, flanco elegido por el arco opositor para atacar al Gobierno nacional, seguramente le pasará factura a nombre de los suyos.
Pero además, el manejo del acercamiento a Nación, ahora y en lo sucesivos meses, deberá estar delicadamente calibrado con el proyecto político del peronismo a nivel provincial y las estrategias que surjan en el contexto nacional de cara al 2027. Un finísimo equilibrio entre la cercanía con Nación para fortalecer la gestión y la lejanía para no ser absorbido o neutralizado por el avance libertario.
Seguramente, cuando los mecanismos políticos electorales se comiencen a activar, ese equilibrio se vuelva cada vez más difícil. Los tiempos y los actores pedirán definiciones y posicionamientos más taxativos. Mientras tanto, el pragmatismo manda. Ni tan lejos ni tan cerca.





