El domingo 26 de octubre ganó Milei las elecciones, y el lunes 27 de octubre Raúl Jalil amaneció libertario, y fue corriendo a Casa Rosada a ponerse a las órdenes del Javo, Karina, Caputo, Adorni, Santilli, el Gordo Dan y quien requiera sus servicios.
Eso no sorprende a nadie, porque es el modus operandi habitual del gobernador, que sale a la calle todos los días con la camiseta del campeón.
El problema se les viene a sus nuevos diputados nacionales, Fernando Monguillot y Claudia Palladino, que tendrán que tragarse sus palabras de campaña y votar lo que les ordene el otra vez aliado libertario.
Hay que ver qué carita ponen si los mandan a aprobar la reforma laboral, la reforma tributaria, la reforma previsional y todo eso que condenaban hasta ayer nomás.
Porque Milei no llamó a los gobernadores para hablar de los problemas del Muñeco Gallardo, sino para pedirles votos en el Congreso, y allá fue Jalil a prestar juramento “Sí señor, sí señor”.
Pero peor está la cosa en el Senado nacional, donde además de querer fortalecer al bloque libertario, desembarcará Patricia Bullrich para terminar de vaciar a Victoria Villarruel, y para eso necesita sumar más amigos de los que tiene.
Uno de los primeros a los que apuntaron es a Joao Andrada, que ya dio el primer pasito para despegarse de los peronistas cuando se cortó con un nuevo bloque. Muchos medios nacionales”operan” señalando como uno de los que está en oferta para sumarse a la causa de “las fuerzas del cielo”.
Al final, Monti era un visionario.





