Los números dan escalofríos. Todos los índices que marcan pautas de la situación social en la provincia son más que preocupantes. Y hablamos de cifras oficiales, no de una consultora de Villa Tachito: es el Gobierno el que informa.
El 35,2 por ciento de los catamarqueños está hundido en la pobreza, 18.000 comprovincianos son considerados directamente indigentes, en un año se perdieron 1.300 puestos laborales del sector privado, más de 100.000 catamarqueños hacen cola para cobrar el Ingreso Federal de Emergencia (IFE), y aunque haya algunos avivados mezclados, la mayoría lo hace porque no tiene para comer.
Catamarca enfrenta un momento muy malo, que sigue empeorando día a día, y se lo puede ver en las calles, con niños, jóvenes y adultos pidiendo limosna en el centro a cada paso, con cientos de subocupados tratando de sobrevivir ofreciendo estampitas, bolsas de nylon y otras cosas.
Crece el consumo de drogas, crece el delito. La realidad está golpeando muy duro a miles de familias que no tienen salida.
Mientras tanto, nuestros legisladores, que ganan millones cada año y cambian de camioneta como de calzoncillo, están preocupados por si su partido pone un concejal más o un concejal menos, o si van a entrar o no en la lista de candidatos del caño que viene.
Mientras tanto, hay intendentes que se la pasan tironeando con los concejales a ver quién jode más al otro, intendentes que se regalan aumentos de 40.000 pesos para sus funcionarios, que abren radios para propaganda oficial, que encaran obras estúpidas e inútiles.
Así, mientras la gente pasa hambre y mujeres que manejan comedores populares pidiendo ayuda se prenden fuego por la desesperación, se anuncia que se tirarán a la basura más de 100 millones de pesos para arreglar un estadio que ya costó otros 100 millones de pesos, cuando no hay fútbol y los pocos espectáculos deportivos que hay –en todo el mundo- se hacen sin público.
Y mientras cada vez más gente sale a delinquir porque no tiene qué comer, se tiran millones en pautas para medios amigos, se nombran a parientes en cargos con sueldos de lujo y se compran vehículos como si fueran tortillas para el desayuno.
Miren un poco para abajo. Miren un poco lo que está pasando. Tengan algo de sensibilidad. Dejen de usar todo para sus peleas partidarias de poca monta, esas chicanas con las que aburren repitiendo lo mismo años y años, mientras ustedes se enriquecen y la gente se empobrece.
Dejen de usar la pandemia para hacer política barata, están dando lástima como supuestos representantes del pueblo, discutiendo por huevadas que les importan a ustedes nada más. Que si la elección se hace en un día o dos días: la gente no tiene qué comer, ¿lo entienden? ¿les importa?
Salgan a los barrios, vean lo que pasa. Mientras ustedes se lamentan por no poder definir dónde vacacionar hay personas revolviendo basura.
Bajen a tierra, asumieron una responsabilidad. Sean un poco más humildes y solidarios. Bájense los sueldos, se gasta más dinero público en diez de ustedes que en dos mil trabajadores.
Son tiempos difíciles. Hicieron mil promesas para estar donde están: háganse cargo ahora. Miren para abajo un poco.