Afortunadamente lo de “Flor del Inca” es un mote metafórico alusivo a su apariencia. Porque si fuera realmente una flor, a esta altura la rodocrosita catamarqueña estaría deshojada, ajada, marchita o directamente muerta después de tanto manoseo. Minas Capillitas atraviesa en estos días un nuevo episodio en su larguísimo historial de vaivenes desde que se comenzó a explotar en el siglo XIX. Y si bien la rodocrosita es un objeto inmarcesible, el yacimiento catamarqueño no fue inmune a sufrir las consecuencias de décadas de desmanejos y abusos en la explotación. Ahora que parece que finalmente el reservorio de la Piedra Nacional volverá a estar en manos de la provincia, es un buen momento para recapitular un poco del historial de pasamanos de este sistema icónico de la minería provincial y recordar algunos de sus capítulos más escandalosos.
Según apunta el artículo “El ciclo del cobre en Minas Capillitas”, “si bien hay registro de explotación minera desde tiempos prehispánicos, fue desde mediados del siglo XIX que se desarrolló un ciclo de cuatro décadas de minería de cobre, y secundariamente de oro y plata. Según informa la Wikipedia, “el primer documento que registra la titularidad del yacimiento data del año 1856”. A partir de esa fecha, la propiedad de las minas pasó de mano en mano, interviniendo en su explotación concesionarios y subconcesionarios, privados, públicos y mixtos, con irregularidades y abusos de todos los colores, en un trayecto donde la provincia, dueña originaria de los recursos, vio como se fueron toneladas de la piedra semipreciosa.
Actualmente, la explotación de la rodocrosita de Minas Capillitas está concesionada a la empresa estatal provincial Catamarca Minera y Energética, creada por la Ley 5354 en el primer gobierno de Lucia Corpacci. Esta empresa, Sociedad del Estado, quedó a cargo de la administración del yacimiento en 2013 tras llegar a un acuerdo con la Secretaría de Minería de la Nación y Fabricaciones Militares (FFMM). Aunque no totalmente exenta de conflictos, estos años con la empresa CAMYEN posiblemente fueron los más ordenados en varias décadas para Minas Capillitas.
Fabricaciones Militares aparece en la historia del yacimiento catamarqueño en el año 1947, cuando el presidente Ramón Castillo transfiere la propiedad de la mina a la empresa nacional. Siendo Minas Capillitas un yacimiento con vetas polimetálicas, se consideró que su producción mineral tenía un valor estratégico para la Nación y se entregó su explotación a la empresa de la industria armamentística. Pero cuando la minería del cobre, (oro y plata en menores cantidades) y otros metales se agotó, el yacimiento dejó de tener valor desde el punto de vista militar y su explotación fue virtualmente abandonada. Bajo un antiguo código minero que establecía que Nación era la dueña de los recursos minerales, Catamarca vió irse de Capillitas enormes cantidades de minerales, sin recibir casi nada a cambio.
La explotación de la rodocrosita (también llamada “rosa del inca”) en Minas Capillitas (uno de los pocos yacimientos mundiales conocidos hasta el momento), inició hacia 1930, pero siempre como actividad secundaria detrás de la extracción de otros metales. Cuando estos minerales se agotaron, la producción de la piedra semipreciosa se redujo a una escala más modesta en términos tecnológicos, arquitectónicos y de volumen de producción. Ni que decir de la organización y el control.
A principios de la década del ´90 irrumpió en la historia de Capillitas y su distinguida rodocrosita la empresa Sociedad Minera Catamarca de Economía Mixta, lo que marcó el inicio de más de 3 décadas de desmanejo y comienza el pro . SOMICA DEM fue constituida en el año 1986 durante el gobierno de Ramón Saadi y en 1989 se le transfirió por decreto (señalan que debería haberse hecho por ley) el área minera Cerro Atajo, quedándose el Estado se con el 51% del paquete accionario y el 49% restante distribuido entre dos empresas privadas (“Víctor Manuel Contreras SA” y “Minera Andina SA”).
En 1991, ya en la gestión del FCS, el gobernador Arnoldo Castillo dispuso poner en marcha la explotación de Minas Capillitas a través de la empresa creada en el saadismo. Esa primer incursión de SOMICA en la explotación de la rodocrosita, desordenada y con escaso control, duró hasta 1997, cuando el propio Castillo decretó la nulidad del aporte de Cerro Atajo (que debía haberse hecho por ley y se había concretado por decreto) y la disolución de SOMICA. Es decir que, durante siete años se utilizó para explotar la rodocrosita una empresa que luego disolvió.
Siete años después, la rodocrosita de Minas Capillitas volvió cruzarse con SOMICA, pero en un escenario aún más irregular (casi ilegal) que bien podría tomarse como el vaticinio de lo que seguiría. En 2004, el gobernador Brizuela del Moral decidió retomar la explotación, reactivando la empresa de economía mixta. Poco le importó al ex mandatario que ya estuviera disuelta por un decreto de 1997 y declarada de nulidad absoluta e insanable en 2002 por la Corte de Justicia de Catamarca, que había ordenado restituir al patrimonio provincial el área minera transferida irregularmente e iniciar el proceso de liquidación de la firma.
Fue en ese momento que entró en la historia Raúl Doering, secretario de Minería durante el gobierno de Oscar Castillo y los primeros meses de Brizuela del Moral. Con la venia del mandatario, Doering elucubró la estratagema de resurrección de la empresa judicialmente disuelta. Y se puso al frente de una gestión que depredó la rodocrosita catamarqueña, incluida la extraída de la veta Ortiz, mundialmente famosa y única por su color y calidad.
Las denuncias por manejos irregulares, obscenos y evidentes, se multiplicaron a lo largo de los casi 10 años que duró esa incursión de SOMICA en Minas Capillitas bajó la administración de Raúl Doering. Aunque fue designado en un proceso constitucional y con acuerdo del Senado, se negaba sistemáticamente a dar información y explicaciones sobre su gestión argumentando que la empresa era privada y no debía responder a requisitorias de los órganos de control o contrapoder públicos.
Con esa estrategia, Doering ocultó detalles de los acuerdos y contratos que firmaba en nombre de la empresa pública, con los que hacía y disponía de la explotación del yacimiento. En ejercicio de esa dirección plenipotenciaria y sin rendirle cuentas a nadie, SOMICA firmó en febrero de 2008 una subconcesión de la explotación con la empresa británica Minera Dolphin S.A. a quien le entregó las cinco minas de rodocrosita del complejo: Ortiz, 25 de Mayo, 9 de Julio, Carmelita y Santa Luisa. El argumento era que la situación estructural del emprendimiento era precario y sufría las consecuencias de la falta de inversión que la empresa estatal no podía revertir con recursos propios. Sin embargo, el nuevo contrato, no sólo no mejoró en nada la situación de Minas Capillita, sino que abrió las puertas a un saqueo de los recursos de la provincia.
Porque resultó que, apenas 10 meses después de la entrada en vigencia del contrato (que nunca se hizo público), la empresa Dolphin adujo una “situación de crisis” y logró una renegociación de los términos de la concesión. El acta complementaria, firmada en octubre del mismo año, pesificó y redujo el cánon que la empresa privada debía pagarle a SOMICA, llevándolo a cifras irrisorias y escandalosas.
En ese reajuste, el pago de 50 mil dólares mensuales que se había acordado en el contrato se convirtió en un pago de 75 mil pesos (más iva). Es decir, (a una cotización de 3,20 pesos) menos de 26 mil dólares. Al mismo tiempo, y según los informes presentados ante Policía Minera, la producción se incrementó a 18,339 kilos, marcando un aumento del 157% en relación al año anterior. Pasando en limpio, triplicó la producción y redujo casi un 50% el canon. Negocio redondo, con la aprobación de Doering.
Aunque este es uno de los episodios más escandaloso, la subconcesión a Dolphin durante la gestión de Doering sumó una abultada lista de irregularidades, como los 11 millones de pesos en multas por incumplimientos y violaciones a procedimientos administrativos, que la empresa privada nunca pagó y quedaron como pasivo para la empresa estatal. O las toneladas de rodocrosita sacadas de la provincia sin las guías correspondientes y por lo tanto sin declarar, detectadas por ejemplo en 2009, 2010 y 2011 por más de 30 toneladas. O la escandalosa detección de un acopio de más de 120 millones de toneladas de piedra en un depósito de Hong Kong.
El cúmulo de irregularidades alcanzó tal volumen, que en noviembre 2017 el fiscal Reynoso pidió al juez federal que cite a declarar a Doering, para ese momento ya desplazado de la empresa SOMICA y residente en Panamá. El fiscal lo investigaba por “transporte del mineral sin la correspondiente hoja de ruta, mal uso de las hojas de ruta para el transporte de la rodocrosita, deudas con Minería por el irregular transporte del mineral y regalías mineras adeudadas”.
En esta oscura etapa para la rodocrosita, tampoco faltaron las denuncias y reclamos de los artesanos catamarqueños por las constantes trabas para acceder a la piedras de calidad siendo siempre relegados a aceptar materia prima de valor inferior. Mientras tanto, a precios irrisorios, de forma irregular y distribuidas en un mercado paralelo internacional, las mejores rodocrositas de Catamarca se fugaban de la provincia de a toneladas.
Con la intervención de SOMICA y el traspaso de Minas Capillitas a CAMYEN en 2013, la administración del yacimiento ganó en orden, transparencia e inversión. Aunque no quedó exenta de polémicas, tirones y más manoseo. A principios de 2017, Fabricaciones Militares (todavía propietaria de la mina) denunció en la Justicia Federal a CAMYEN por irregularidades vinculadas con la falta de pago del canon, por los subsidios en exceso y por falta de transparencia en la producción. Además, y según informó oportunamente la prensa provincial, Dolphin, la empresa socia de SOMICA en el saqueo durante el gobierno de Brizuela del Moral, seguí siendo hasta hace un tiempo uno de los principales clientes de CAMYEN.
El destrato y magreo del yacimiento provincial continuó en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM), que depende del Ministerio de Defensa de la Nación, resolvió dar por terminada la concesión a CAMYEN, ejecutando el contrato original de dos años que culmina en mayo de ese año. En septiembre de 2015, se había formado un convenio entre el Gobierno de Catamarca y el entonces ministro de Defensa de la Nación, Agustín Rossi, para extender la concesión por 10 años para que la CAMYEN continuará con la explotación del yacimiento de rodocrosita. Hasta ese momento, las concesiones se hacían por plazos de dos años. Pero ante la necesidad de avanzar con una fuerte inversiones en exploración y apertura de nuevas vetas, la provincia exigió una extensión que le garantizara que iba a usufructuar de esa erogación económica. Sin embargo, con el cambio de gobierno nacional, se declaró la nulidad de ese convenio y Capillitas (como en el juego de la Oca) retrocedió casilleros.
Hace unos días, el secretario de Minería de la Nación, Alberto Hensel, confirmó haber tomado intervención en el trámite de pedido de transferencia definitiva de Minas Capillitas a CAMYEN. Después de 77 años de estar en poder de FFMM, que en décadas no invirtió en la explotación ni la exploración y solo se dedicó a cobrar su canon, Minas Capillitas, el yacimiento de la “flor del inca”, la Piedra Nacional, volvería a su dueña originaria. De la gestión de la empresa provincial dependerá que se termine el manoseo.