Mi Buenos Aires querido

Vamos a decirlo… nadie lo escribe, pero ya todos hablan de eso. Parece que Alberto Fernández está decidido a competir por la reelección.

El tipo asumió y se bancó la pandemia, perdió las legislativas y le metieron cachetazos desde que llegó. Pero es el presidente, y no se quiere ir así nomás, ni quedar en la historia como una suerte de De la Rúa.

El kirchnerismo no lo quiere, ya se sabe. Pero no todos los peronistas son kirchneristas, y ahí la cosa se empieza a empatar.

Fernández siente que manejó bien la pandemia, que el país no colapsó, que arregló el tema de la deuda con el FMI. Y ahora quiere gobernar con un escenario más tranquilo que el que le tocó. Una revancha merecida, piensa.

Los K quieren otra cosa, por eso le juegan en contra, como con el circo que armó Máximo en el Congreso. Bueno, ¿qué tiene que ver eso con Catamarca?

Dicen que Alberto está buscando aliados, y los busca por el norte. Por eso vino tantas veces, por eso Raúl Jalil viajó tanto. Y dicen que de estas cosas también hablaron en esos eternos vuelos para dar la vuelta al mundo.

¿Cuál es el rumor? Que Alberto le habría ofrecido a Raúl que se vaya con él a Buenos Aires. Hasta ahí algo que suena bastante posible. Entonces las versiones se multiplican, y unos dicen que si se va a Buenos Aires tendría un buen ministerio garantizado.

Otros van más lejos, y dicen que Raúl suena como compañero de Alberto en una fórmula presidencial. Tomá pa vo.

¿Es imposible? No, no es imposible. Catamarca es la única provincia donde a la hora de votar el macrismo no le hizo ni cosquillas al gobierno. Para los ojos del peronismo nacional, es una provincia ganadora. Y Raúl es del interior, justo lo que necesita un porteño como Alberto para salir a la cancha.

Parece que a Raúl lo seduce la idea. Si lo logra, será el primero de la era moderna (digamos, desde que volvió la democracia para acá), que puede aterrizar allá con un cargo ejecutivo.

No muchos lo intentaron. Vicente Saadi estaba cómodo en el Congreso y manejaba desde ahí todo lo que quería manejar.

Ramón Saadi lo intentó, hasta hizo un acto en cancha de Atlanta, y después lo decapitaron políticamente desde el propio peronismo.

Arnoldo Castillo estaba muy mayor, su pasado con la dictadura lo condenaba para aspirar a cualquier otra cosa y sabía que Catamarca era su techo.

Oscar se ilusionó porque, al igual que Raúl ahora, era la cara ganadora del radicalismo en tiempos menemistas. Hasta se decía que el país debía seguir el ejemplo del Frente Cívico, y lo hizo con la Alianza, un experimento horrible. Al final Oscar no trascendió y se quedó cómodo y solo en el Congreso.

A Eduardo Brizuela del Moral nunca le interesó proyectarse demasiado. Y Lucía Corpacci siempre apareció como candidata a todo por su romance con la cúpula K, pero nunca la llamaron porque la necesitaban más acá.

¿Será Raúl quien de el gran salto a la Capital?

 

El río suena, y muchos se ilusionan… ¿en Buenos Aires? No, acá en Catamarca. Son varios los que cruzan los dedos para que se vaya, y se relamen con la posibilidad de que el sillón de Avellaneda y Tula quede vacante rapidito.

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