Mera cuelga el saco

Dalmacio Mera, el hombre de las grandes hazañas políticas, anunció que cuelga el saco y deja de cobrarle al Estado, al menos por un rato. Quedará su nombre grabado en la historia como el del genio que más cargos electivos ocupó sin tener votos propios, contorsionista sin par que supo acomodarse detrás de los ganadores, acompañándolos con entusiasmo hasta el día de la elección, para después proclamar su independencia.

Legislador provincial, vicegobernador, legislador nacional, son algunos de los títulos ganados por Mera, un actor de reparto que coqueteó desde el barrionuevismo al kirchnerismo, que secundó a Corpacci diciéndole a todos que no era su jefa, que enfrentó después al kirchnerismo y se acomodó en la era macrista haciendo fuerza por el híbrido de su primo Juan Urtubey, y que cuando el gobernador salteño se mudó a España quedó solito y solo con su certificación ISO de calidad.

Como si le hubiera afectado un virus apartidario, Mera perdió el olfato político hace rato, y cada vez que llegó a lo más alto de un trampolín para lanzarse, se dio vuelta y se bajó por la escalera.

Siempre le alcanzó para negociar un par de cargos para su sector, todo un milagro porque los ocupantes de esos cargos eran generalmente los únicos votos que aportaba, pero ahí se mantuvo varios años, como referente de sí mismo, capaz de salir a hacer campaña con el radical Flavio Fama o de pelearse con Alberto Fernández por redes sociales, para después aparecer como si nada en un acto peronista.

“Ya hice todo lo que podía”, dice ahora Dalmacio mientras todos se preguntan de qué estará hablando.

“En lo personal creo que ya he cumplido un tiempo suficiente con mucho trabajo, con mucho desgaste”, agrega mientras todos vuelven a preguntarse de qué está hablando.

“Fueron seis años de muchísimo trabajo”, insistió, y ya parecía que hablaba otro idioma.

¿Reaparecerá triunfal en algún cargo provincial? ¿Volverá con Fama al radicalismo, volverá con Barrionuevo, volverá al peronismo? ¿A quién criticará ahora si no tiene aliados?

Preguntas que no tienen respuesta, y que empujan al electorado a una profunda angustia y desolación, que se ve en miles de catamarqueños que deambulan perdidos por las calles gritando: “¡Se fue Dalmacio, ahora a quién votamos!”.

Otros dicen que anunció que se va porque sabe que –sin votos, sin parientes bien ubicados y sin lealtad ideológica en sus antecedentes- ya no tiene qué ofrecer para que lo vuelvan a poner como candidato, pero vaya a saber.

La visión del catucho

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