Marear la perdiz

“Yo te llamo”; “Cualquier cosa te aviso”; “Vamos viendo”; “Tenemos que hacer algo”. Una retahíla de frases que, en el sentido estricto o literal, parecen señalar el acuerdo de avanzar o concretar una acción. Pero que cualquiera que conozca el código de lectura implícito sabe que, en realidad, son expresiones para dilatar o directamente evadir el asunto. Una vez terminada esa oración, el receptor de la frase ya se da por enterado que no va a haber ningún llamado, ni ningún aviso, ni van a ver ni hacer nada. Porque lo único que busca quien hace la proposición, es desembarazarse del tema. 

En ese mismo registro, en la misma idiosincrasia lingüística, se inscribe la convocatoria del Gobierno a una “mesa de consenso minero”, que propuso el gobernador Jalil, el pasado 1 de mayo, como una solución al crónico conflicto social relacionado con la actividad. Con la decisión de la Provincia de avanzar en el proyecto MARA y ante el resurgimiento de la resistencia ambientalista, aparece la desgastada estrategia del “sentémonos a conversar”.

Los actores involucrados en la temática tienen ya bien aprendido que, como el “yo te aviso” significa que no va a haber más novedades del asuntos, el “consenso” es dilatar, ganar tiempo, distraer y desgastar mientras se avanza.

En la Asamblea Legislativa, el mandatario había convocado a construir un “consenso minero”, adoptando en apariencia una actitud dialoguista y negociadora. Sin embargo, las asambleas y organizaciones sociales antimineras y ambientalistas, saben bien que hay que ser muy inocente para creer que detrás de un llamado de esa naturaleza va a haber un verdadero trabajo de consenso, con escucha, negociación y respeto. Y rápido se plantaron ante la maniobra dilatoria.

“Si quieres solucionar un problema, nombra un responsable; si quieres que el problema perdure, nombra una comisión”. Sin mucha precisión y con discrepancias, algunos se la atribuyen a Perón, otros a Napoleón. Da igual, es una excelente formulación de la idea que subyace a las trilladas “mesas de consenso”, como la que el Gobierno dice haber propiciado para discutir la minería. Tras la apariencia de estar ocupado y trabajando en resolver la grieta que produce la minería, la Provincia solo busca “marear la perdiz”.

No resulta extraño que, tras el anuncio del llamado a  “construir el consenso”, el Gobierno haya “abierto el diálogo” con sectores de neto corte prominero con los que hay muy pocas discrepancias y nada por negociar. Intersindical Minera, AOMA y Cámara de proveedores locales, fueron recibidos por los funcionarios provinciales para… resolver un conflicto social en el que ellos están todos del mismo lado. 

Y para dilatar aún más la verdadera discusión, la siguiente reunión de “construcción de consenso”, segun anunció el propio Gobernador, sería con “los gerentes de compras de Livent, Posco y Galaxy para conocer sus planificaciones de compras, inversiones y los consumos para los próximos meses” (cita textual del parte oficial del Gobierno). Le llaman “construcción de consenso” pero se parece muchísimo a reuniones para seguir hacia un objetivo que el Gobierno, en realidad, no está dispuesto a discutir.

Conociendo el paño, comunidades originarias, asambleas sociales y organizaciones ambientalistas se pronunciaron en contra de la convocatoria y anticiparon que no aceptarán la pseudo convocatoria. “No participaremos de la convocatoria realizada por el gobierno provincial a las comunidades indígenas prevista para los próximos días”, marcaron tajantemente. 

No solo porque tiene asumido que el “consenso” es imposición, sino porque además saben que la participación es entrar en “el juego de la buena pipa”, donde nunca se llega a ningun lado, porque a ningun lado se quiere llegar. “No avalaremos con nuestra presencia ningún intento por legitimar los saqueos y la destrucción de nuestra Pachamama que es el resultado del avance de la megaminería en nuestra provincia”, redondearon, clarito, clarito, las comunidades originarias.

Hay herramientas democráticas, mecanismos realmente participativos, discusiones pendientes y reformas urgentes, que el Gobierno podría atender si realmente buscara consenso y estuviera dispuesto a aceptar la decisión de la mayoría. Pero la decisión de avanzar está tomada, y solo necesitan tiempo y diálogos desgastantes para diluir la resistencia. 

Veinte años de jugarretas, circunloquios y dilaciones son suficiente experiencia para que los sectores que no dan la licencia social sepan que cuando el Gobierno invita a consensuar, solo busca “patear la pelota” para adelante. “Construir consenso” es igual al “vamos viendo”. Y, cuando se dio cuenta, ya estaba todo hecho.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí