Con una habilidad que sería la envidia del más experimentado corredor inmobiliario, el obispo Luis Urbanc cerró en los últimos años transacciones de bienes raíces por varios cientos de millones de pesos. La intensidad y pasión que el religioso le pone a la actividad haría pensar a cualquiera que esa es su actividad principal y lo del servicio espiritual es solo un pasatiempo. La visión empresarial y la facilidad para atar acuerdos lo hacen un verdadero desarrollador inmobiliario. Y con diversificaciones en cuanto negocio le sirva para transar con su único cliente: el Estado.
Poco aplicado en el cumplimiento del consejo cristiano de no acumular “tesoros sobre la tierra”, el prelado logró en sus años al frente del Obispado de Catamarca un impactante volumen de operaciones inmobiliarias. En solo tres, probablemente de las más significativas desde el volumen económico, la Iglesia de Catamarca, generó negociaciones por más de 300 millones de pesos.
Solo la venta de dos terrenos al Gobierno de la provincia para la construcción del Polo de Salud, gestionada por su administrador monseñor Luis Urbanc, el Obispado generó una transacción de 100 millones de pesos. Equivalente a la facturación anual tope para pequeñas o medianas empresas de varios rubros. Una torta de dinero de la que muchos actores de la maltrecha economía desearían aunque sea una pequeña porción.
Pero la gestión comercial de Urbanc no se queda en la mera compra venta de propiedades que, por más multimillonaria que sea, es bastante básica. Sus aspiraciones de desarrollador inmobiliario lo envalentona para impulsar ambiciosos proyectos. Con los recursos de otros, por supuesto. Porque además, tiene una gran habilidad para atraer inversores.
Zona de los locales comerciales, sector gastronómico con patio de comidas techado, espacio para Food Truck y puestos de comidas típicas, camping de cuatro hectáreas con área de dormitorios, módulos de baños comunes con duchas, asadores con equipamiento, sectores para carpas, estacionamiento, canchas de fútbol, vóley y una pileta. Leyendo esa descripción, cualquiera diría que es el proyecto de un complejo vacacional. Pero no. Es el proyecto de “Puesta en Valor de La Gruta de la Virgen del Valle”. Para el que la iglesia ya consiguió una partida de 200 millones de pesos. Claro está, del Estado. Y que no piensa compartir con nadie. Porque, como ya les dejó bien clarito los vendedores ambulantes y puesteros que venden en la zona, “tiene que rajar” de ahí, y que “Dios los bendiga”.
Las sucesivas inversiones millonarias en el Seminario Diocesano son otra demostración de la capacidad del monseñor para gestionar fondos. El edificio ubicado en la calle San Martín de la ciudad Capital fue beneficiado con dos desembolsos millonarios en los últimos 10 años. Una primera intervención a principios de la década, con un presupuesto de 4 millones de pesos. En 2018 otro compromiso para obras por casi 29 millones de pesos. En ambos casos con fondos del Estado nacional y gestionados con la ayuda y anuencia de la ex gobernadora Lucia Corpacci.
En ese mismo convenio de 2018, también se asignaron fondos (del Plan Nacional de Arquitectura) por casi 8 millones de pesos para la consolidación y restauración de la Iglesia San Pedro de Fiambalá. De hecho las “restauraciones arquitectónicas” es uno de los rubros preferidos y donde mejor se mueve Urbanc. Bajo ese concepto también consiguió más de 10 millones de pesos para la “Rehabilitación” de la Iglesia San Francisco de Asís, en Andalgalá, obra desdoblada en varias etapas. Y, aunque aún no logra cerrar el negocio, conociendo la tenacidad y poder de persuasión del religioso, no va a pasar mucho tiempo más hasta que logre los fondos para invertir en la restauración de la “manzana franciscana” que hace años viene pidiendo.
Mientras tanto, sin demasiada información oficial sobre costos e inversión, avanza la construcción del Templo de Valle Chico, proyecto financiado, obviamente, con fondos públicos (incluida la donación de la tierra). En un terreno de 105 por 53 metros, se construirá la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, con una superficie de 1.100 metros cuadrados y capacidad para más de mil personas. Habrá que esperar para saber los números finales, pero, siendo conservadores, la flamante gestión inmobiliaria sumará varias decenas de millones al historial de negocios del obispo.
En simultáneo, como un buen businessman, el ministro religioso no deja que los negocios multimillonarios lo hagan despreciar las pequeñas transacciones, y aprovecha con total efectividad todos los rubros en los que el Estado le abre la puerta. Una indagación muy rápida por el Boletín Oficial de la Provincia con palabras claves básicas devuelven interesante información sobre las variadas transacciones económicas entre el Estado y el Obispado. Como el alquiler de seis inmuebles (Obispado locador, Provincia locatario) para el funcionamiento de Escuelas para Jóvenes y Adultos por 1.560.000 pesos por 24 meses en 2017. El pago a la firma “Obispado de Catamarca”, por 120.000 pesos por el servicio de alojamiento para 60 artesanos durante 15 días en la Fiesta del Poncho 2015. O la afectación de empleados públicos (que cobran sueldos del Estado) a prestar servicios en edificios religiosos de la Iglesia Católica, quedando “a disposición del Obispado de Catamarca.
Por los terrenos del Polo de Salud, 100 millones. Otros 200 millones en las obras de La Gruta de Choya. Casi 35 millones en el Seminario, 8 para la iglesia de Fiambalá, más de 10 en Andalgalá y varias decenas de millones en el templo de Valle Chico. Solo algunos ejemplos para demostrar las habilidades de Urbanc como broker inmobiliario. Y cómo, amparados bajo los anacrónicos artículos de la constitución nacional, los actores intervinientes justifican y mantienen el direccionamiento arbitrario de recursos hacia un culto católico.
La frase “el Gobierno de la Provincia protegerá el Culto Católico Apostólico Romano”, del Artículo 4 de la Constitución fue y sigue siendo el justificativo legal de una de las acciones de gobierno más discriminadoras y naturalizadas. De la que la Iglesia sacó jugosísimas tajadas para su exclusivo beneficio. Y que, solamente podrá corregirse cuando una reforma constitucional por fin suprima los privilegios insostenibles de la Iglesia Católica. Hasta tanto eso no suceda, el obispo Urbanc tiene decidido hacer valer al máximo esas ventajas para continuar su carrera de exitoso desarrollador inmobiliario.
que más podemos agregarle a esta nota . la Iglesia siempre fue y será manejada con fines de lucro y a medidas que el tiempo pasa no nos sorprende ya violaciones abusos discriminación y esto nunca va a terminar