Luces y sombras del primer año de gestión

Como a un piloto que vuela en medio de la tormenta no se lo puede juzgar por los sacudones que sufre el avión o por tener que modificar el plan de vuelo, es difícil evaluar al gobernador Raúl Jalile por el primer año de gestión que cumplió este jueves. La pandemia por coronavirus, que abarcó 9 de los 12 meses que van de mandato, destruyó cualquier planificación y obligó ajustar el rumbo constantemente. Aun así, las decisiones en la urgencia del temporal y las acciones para buscar la salida de los nubarrones y arribar a buen puerto también son una demostración cabal de las capacidades de gestión, y es lo que deja este primer año para evaluar al mandatario.

La pandemia, escenario inédito e impensado hasta en las proyecciones más apocalípticas, destrozaron cualquier proyecto de gobierno. En Argentina el coronavirus se manifestó cuando los mandatarios electos en octubre de 2019 cursaban sus primeros meses de gestión. Las administraciones debutantes, el gobernador Jalil incluido, entraron de punta a un frente tormentoso ineludible e imprevisible.

De hecho, el inverosímil escenario pandémico privó al Gobernador de su “luna de miel”. Asumió en diciembre, con el fin de año y el receso administrativo de por medio, cuando la nueva administración terminaba de acomodarse para arrancar la gestión, el covid-19 asomó en la región y obligó a parar y recalcular.

Tres meses de normalidad

El breve tiempo que duró ese idilio inicial que tiene todo mandatario debutante, Jalil lo usó para concretar la reestructuración ministerial que había hecho oficial el día de su asunción. No sin resistencia, Jalil avanzó en ese periodo de mayor espalda política con los cambios que esa nueva estructura demandaba.

En ese par de meses de normalidad al principio de su mandato, Jalil ambién también aprovechó para hacer su primera gira internacional como gobernador. Apenas unos días después del triunfo electoral de octubre del año pasado, Jalil ya había acompañado a la gobernadora Lucia Corpacci a la feria internacional de minería IMARC 2019 en Australia, donde la entonces mandataria lo presentó en sociedad como el nuevo gobernador electo de Catamarca. Pero en febrero de este año, junto a una comitiva de funcionarios provinciales, Jalil fijo rumbo a Canadá, para participar de la PDAC, la feria minera más importante del mundo. 

De la mano del entonces ministro de Minería Rodolfo Micone, experto conocedor del ecosistema minero internacional, Jalil completó en Toronto una agenda de varios días de reuniones con empresarios. Tras lo cual rumbeó hacia Filadelfia, para reunirse con los directores de la empresa Livent y varias otras corporaciones mineras.

Presentar el potencial geológico-minero de la provincia al mundo y atraer inversiones fue el objetivo cliché de todos esos viajes. Que, probablemente por lo turbulencia sanitaria y económica mundial, no se cumplió en lo más mínimo y queda en la columna del debe en el primer año de gestión.

Manejo de la pandemia

En términos generales, la gestión de Jalil de la pandemia, tarea que concentró un alto porcentaje de los recursos y esfuerzos del Gobierno, fue acertada y dió buenos resultados. Con algunas políticas bajadas directamente del plan nacional y otras estrategias de manufactura propia, el gobernador Jalil logró ralentizar todo el proceso demorando en Catamarca varios meses la aparición de los primeros casos, conteniendo brotes y conteniendo aceptablemente la letalidad. 

La implementación de un sistema de control de los ingresos a la provincia (por momentos caótico), la disposición de los aislamientos estrictos cuando surgieron brotes de contagios y las políticas sanitarias de prevención, testeo, detección y bloqueo fueron eficientes. Acompañados por una organización del sistema sanitario que dio respuestas, al menos en los niveles de demanda que planteó la pandemia en Catamarca. La construcción del hospital Malbrán y la coordinación con el resto de la salud pública y privada de la provincia, también funcionó, más allá de las quejas y momentos de zozobra que se vivieron en los picos de contagios.

Probablemente la delegación excesiva del poder de decisión en los intendentes fue uno de los puntos más controvertidos de la estrategia provincial. La mayoría de los jefes comunales estaban muy poco preparados para gestionar un escenario tan complejo y tomar decisiones tan delicadas. Lo que generó una diversidad caótica de restricciones y permisos, con los intendentes y sus COEs municipales disponiendo e imponiendo a sus anchas y sin ton ni son.

Economía y finanzas

Aunque no estuvo exento de polémicas por ciertas disposiciones, ni logró evitar del todo el enojo y los reclamos de algunos sectores de la economía, a grandes rasgos el Gobierno logró capear la tormenta con relativa tranquilidad. En esto fue de gran ventaja la enorme dependencia que tiene la provincia para con los recursos federales (representa el 89,76% del total del presupuesto provincial), que amortiguaron sensiblemente el impacto económico del aislamiento y la paralización de la economía. 

Con más de un 10% de la población empleada en la administración pública (cobrando su sueldo regularmente), casi 100 mil catamarqueños recibiendo el IFE, más otros desembolsos nacionales como el ATP, los recursos federales, la fuente financiera más importante para Catamarca, permaneció sin alterar su caudal, dándole al Gobernador cierta tranquilidad en su gestión.

En lo económico, el primer año de gestión de Jalil fue prolijo y bastante sereno. En gran parte por lo mencionado en los párrafos anteriores, a lo que se sumó el orden con el que recibió las finanzas provinciales de la ex gobernadora Corpacci. Aunque hubo momentos en los que los reclamos por mejoras salariales parecía que iban a generar una compleja encrucijada, el mandatario se mostró tiempista para contener la presión y hábil para llegar a un acuerdo con los gremios que desactivo el potencial frente de conflicto. 

La buena relación del Gobernador con Nación fue una ventaja diferencial para la provincia. Esa fluidez en las relaciones, en gran medida construidas y gestionadas por la ex gobernadora, le abrió a Jalil las puertas (y la chequera) de los organismos nacionales. Con los recursos para cubrir los gastos corrientes garantizados, el Gobernador buscó la yapa de desembolsos para obras y para inyectar en la producción y la economía. 

En el rubro obras públicas, sin llegar a los niveles de años regulares, Jalil recibió una importante torta de recursos para proyectos de diversa índole. Y aunque algunos resultaron de indiscutible necesidad, como las obras viales, de infraestructura sanitaria o servicios, en otros casos la inversión se direccionó a fines de dudosa prioridad: la reparación del Estadio, las obras en la Casa de Gobierno, la demolición y reconstrucción de la Manzana del Turismo, la intervención en el Centro de Innovación y Desarrollo (donde fue reubicada la gobernación) entre otros.

Esa buena relación con Nación también le permitió a Catamarca tener un representante en el directorio del Banco de la Nación Argentina, que fue anunciado como la llave para el acceso a enormes beneficios crediticios. “Trabajar fuertemente para que la mayoría de los recursos que los catamarqueños depositan en el BNA se puedan volcar en créditos para el crecimiento y desarrollo de Catamarca” y “la entidad financiera pueda ayudar a los catamarqueños”, proyectaban el flamante funcionario Francisco Mercado y el manatario. Objetivo que difícilmente se pueda considerar cumplido. 

Reformas

A lo que sí se mantuvo apegado Jalil en su plan de vuelo a pesar del temporal fue a su impronta reformista. La que ya había plasmado en su gestión municipal y con la que hizo campaña. Casi inmediatamente asumió en la gobernación, Jalil inició las gestiones para concretar una serie de reformas que planteó como medulares en su plan de gestión. La heredada propuesta de reforma constitucional, la reforma del Estado, cambios en la Justicia y hacia adentro del Ejecutivo, la reestructuración de los ministerios y cambios profundos en las estructuras materiales y organizativas de los organismos públicos fueron algunos de los cambios impulsados por el mandatario. Avanzada en la alternó claros y oscuros y no siempre salió como ganador. 

Indudablemente, muchas de esas propuestas impulsada por Jalil son necesarias y en algunos casos urgentes. Pero en el ímpetu y la celeridad con los que se impusieron (o intentaron imponer) muchos de esos cambios, hubo excesos y falta de tacto que produjeron chisporroteos y en algunos casos hasta los hicieron fracasar. Un médico puede tener el tratamiento o la terapia que mejore la dolencia de un paciente, pero si atiende con imposiciones o prepotencia, difícilmente el enfermo esté bien dispuesto o receptivo para aceptarlos. Los cambios y traslados de organismos de un edificio a otro, la reestructuración organizativa y administrativa de los ministerios probablemente fueran superadores. Pero la forma en la que se concretaron generó un gran malestar, que probablemente se podrían haber evitado con un acercamiento a los empleados y más tacto. 

En otros caso, como en el traspaso de los IES, la movilidad laboral en la administración pública o algunos puntos de la reforma del Estado, la falta de cintura política y el avance inconsulto generó una resistencia tal que el Gobierno debió dar marcha atrás y someter las propuestas a debate en ámbitos sindicales, institucionales o de órganos especialmente creados para ese fin. Algo similar a lo que sucedió con la reforma de la Constitución, que se intentó imponer con la presentación de un proyecto de ley en la Cámara de Diputados, pero que finalmente no prosperó y fue delegado para su “análisis” en un órgano multisectorial parecido al COPES.

Con el mismo carácter impositivo avanzó el mandatario sobre el Poder Judicial, donde avanzó con reformas refrendadas por el Poder Legislativo, donde el Gobierno dispone de la fuerza de las mayorías automáticas en ambas cámaras. Modificaciones en la ley Orgánica del Poder Judicial, la reglamentación del artículo 195 de la Constitución sobre la inamovilidad de los jueces y la ampliación de la Corte entraron o el nuevo Código de Procedimiento Minero, salieron de la Legislatura como si fuera una escribanía, casi sin consulta ni debate. Dentro de todos estas reformas, la eliminación expres del Consejo de la Magistratura y los cambios en el proceso de selección de magistrados y funcionarios judiciales fue una de las más controvertidas.

Otra vez vale señalar que muchas de estas reformas eran necesarias. Pero la gestión unilateral, los escasos tiempos maduración y la poca discusión de las iniciativas dejaron más una apariencia de avasallamiento e imposición que la de una modernización. 

Agenda política

Aunque no ostenta el liderazgo absoluto del oficialismo, lugar que comparte con la ex gobernadora Corpacci, el primer mandatario catamarqueño tiene en su poder la prerrogativa de poner y sacar funcionarios, habilitar nombramientos y generar espacios de contención para los cuadros políticos y militantes. Aunque al momento de asumir mantuvo varios ministros de la anterior gestión, con el paso de los meses fue haciendo cambios en su gabinete, que muchos interpretaron como un desplazamiento del corpaccismo.

Puertas hacia adentro, las divisiones y el enojo de los sectores referenciados en la actual diputada nacional plantean un dilema a Jalil, que deberá pensar en una estrategia política para afrontar las elecciones de 2021. La división del amplio espectro de espacios que confluyeron en el FDT con el que consiguió su elección pueden abrir una grieta en la hegemonía electoral que el oficialismo logró consolidar en los últimos años. Más aún, si se llegara a concretar su propuesta de suspensión de las PASO, Jalil tendrá un delicado trabajo de negociación y consenso, condición sine qua non si se aspira a mantener la unidad, actualmente debilitada.

Fiel a su estilo “dialoguista”, el gobernador también aprovechó estos primeros 12 meses de gestión para acercar posiciones y estrechar relaciones con algunos sectores de la oposición. El senador nacional Oscar Castillo y el rector de la UNCa Flavio Fama fueron para Jalil algunos de sus interlocutores más frecuentes en el arco político del JxC. Mientras que con Luis Barrionuevo, un dirigente siempre útil en las estrategias políticas y electorales, Jalil siempre se mostró cumplidor y atento. El horizonte electoral demanda cintura política y previsión, y el mandatario la tiene. Más aun siendo consciente que la unida de la tropa propia esta debilitada y en cualquier momento podría crujir y quebrarse.

Un segundo, año no menos complejos

Si los primeros 12 meses de gobierno fueron difíciles por el coronavirus, el segundo año le presentará a Jalil sus propios desafíos. Sin hacer futurología, el coletazo de la primera ola de pandemia, una muy factible segunda ola y la crisis económica agravada, plantearán serios desafíos a la gestión. Sumado a eso, el escenario político electoral incorporará otros frentes de compleja resolución y potenciales conflictos.

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