El porteño Martín Lousteau , que debe haber estado poco más de media hora en Catamarca a lo largo de su vida, impulsó a Flavio Fama como futuro gobernador, porque para qué lo van a decidir los catamarqueños eso, si él sale en la televisión y entonces es el más calificado para decidir.
Fama salió después a decir que sí, que todo bien, que hay que ver, que lo tienen que resolver… más vale. ¿Qué va a decir?
“Ni ebrio ni dormido, antes me hago la depilación definitiva con arrope de chañar caliente que postularme a gobernador”… claro que no, dijo que le gusta la idea.
Igual sería raro, porque siempre se elige a gente con mucha experiencia o a una cara ganadora para el cargo más importante. Cómo andarán de mal los radicales-macristas que ya caras ganadoras no les quedan, si la última elección que ganaron fue a principios de siglo. Y experiencia tampoco, porque se metió en política-política recién en 2019. Y nunca tuvo un cargo ejecutivo ni nada, salvo que se cuente la UNCA, que tiene con el presupuesto que tiene la dirige cualquiera (corrección: cualquier radical, porque es el búnker de la UCR cuando no hay gobierno ni municipio). Y tampoco digamos que guauuu qué gestión la de Fama. Hay bastante bajo esa alfombrita.
Sin ir más lejos, en toda su vida, Fama fue candidato dos veces y las dos veces perdió. Perdió como candidato a intendente de la Capital y perdió como candidato a senador, aunque le tocó la banca por la minoría porque bueno, el reparto es así, como en las competencias de niños, todos se llevan premio.
Y a él lo señalan como lo más potable para el 2023. ¿Qué habrán dicho en el gobierno? Al menos un ministro está contento: Dalmacio Mera, que con Fama eran como Don Quijote y Sancho Panza (en este caso los dos flacos) buscando votos en los molinos de viento, o cortando cabezas a los títeres o algo así.
Para Dalmacio sería el paraíso: si lo nombró ministro Raúl Jalil después de pegarle al peronismo, ¿qué no lo va a nombrar Fama si era su “compañero de fórmula en Hacemos”. Pase lo que pase, hay Mera para rato.
Che, pero éste Lousteau que nos trae de regalo la fórmula para vencer al kirchnerismo, ¿no era ministro de Cristina? Uh, qué lío… no, no debe ser el mismo. Esto nos pasa por desayunar con whisky.