Después de la caída del régimen de Bashar al Assad, las fuerzas rebeldes lideradas por el grupo Hayat Tahrir al-Sham asumieron el control de la prisión de Sednaya, una de las más infames de Siria, conocida por sus graves abusos y violaciones a los derechos humanos.
En un comunicado difundido a través de Telegram, los insurgentes proclamaron el “fin de una era de tiranía en la prisión de Sednaya”, un lugar reconocido internacionalmente por su historial de torturas, abusos sistemáticos y ejecuciones masivas de prisioneros.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, organización con sede en el Reino Unido que sigue de cerca el conflicto, confirmó la apertura de las puertas de la cárcel, liberando a miles de detenidos que habían sido encarcelados durante años por el aparato de seguridad del régimen de Assad. Según los informes, las fuerzas de seguridad del gobierno abandonaron el complejo antes de la llegada de los rebeldes, quienes compartieron imágenes de los prisioneros saliendo del recinto en libertad.