¡Quién le pone el cascabel al gato? Se preguntaba la famosa fábula, referida a esos momentos donde todos saben lo que hay que hacer pero nadie se anima. En Catamarca todo el mundo habla de los excesos y atropellos del Gobierno de Raúl Jalil, pero nadie se animaba a encararlo. Los funcionarios para cuidar su quintita, los empresarios por interés, los gremios por acomodo o temor. Y todo seguía su marcha.
Pero le dijeron basta, y fueron los trabajadores. El golpe llegó desde abajo, y más exactamente, desde los docentes. En casi seis años de gestión, nunca Jalil había encontrado quién le hiciera frente. Ahora la historia cambió: lo hicieron recular en ojotas.
El 16 de mayo pasado el gobernador Raúl Jalil firmó el decreto 884, titulado “Régimen de Cobertura de Cargos de los Niveles de Educación Inicial, Primaria, Especial y Adultos y Secundaria”.
El decreto regulaba desde la cobertura de cargos interinos y suplentes, hasta la organización de la Planta Orgánica Funcional (POF) de cada escuela y la disponibilidad de docentes titulares. Acorde a los recortes presupuestarios que ya venían aplicando la Provincia y la Nación, la medida buscaba dar un paso más en el desguace educativo. Para la docencia era un ataque a la fuente laboral, a la estabilidad y el estatuto, pero también a la comunidad educativa en general, con el peligro de cierre de cursos.
Por eso generó una rebelión que se fue gestando en las aulas de todos los niveles y también con el impulso de las y los docentes autoconvocados en la Plaza La Estación.
Las protestas fueron creciendo hasta concluir en una masiva marcha el sábado 24, con miles de docentes, trabajadores de otros sectores y familias. “Abajo el decreto 884 y la reforma” era la principal bandera.
Fue tal la manifestación que el gobierno se asustó y anunció que daría marcha atrás con el decreto y conformaría una mesa con los gremios para redactar una nueva disposición.
Una paliza inolvidable, que cambia las reglas de juego. El triunfo de la movilización docentes marca dos hitos claros: por un lado la defensa de la educación pública, tanto del trabajo docente como del derecho de las y los estudiantes; por otro, la pérdida de poder de Jalil, que ahora que existe este antecedente tremendo sabe que se le van a animar muchos más.
¿El comienzo del fin?
El catucho