Este sábado, en el Vaticano, el papa León XIV protagonizó su primera audiencia oficial ante el Colegio de Cardenales, en un encuentro a puertas cerradas que marcó el inicio formal de su pontificado. Durante el discurso, el nuevo Obispo de Roma —y primer pontífice estadounidense de la historia— agradeció la confianza depositada en él y explicó las razones que lo llevaron a elegir el nombre “León XIV”.
“Hay varias razones, pero la principal es porque León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial”, expresó el pontífice. Con ese gesto simbólico, buscó trazar una línea de continuidad entre la tradición de la Iglesia y los urgentes desafíos de la actualidad, como la dignidad del trabajo, la justicia social y el impacto de las transformaciones tecnológicas en la vida humana.
El papa señaló que se siente llamado a ofrecer, desde el magisterio pontificio, respuestas morales claras frente al mundo contemporáneo. “Asumo un yugo que claramente supera no solo mis fuerzas, sino las de cualquier otro”, confesó, remarcando el peso espiritual de su nueva responsabilidad.
León XIV también hizo referencia al legado de su predecesor, el papa Francisco, cuyo fallecimiento dejó una profunda huella en el seno de la Iglesia. “Recojamos esta valiosa herencia”, exhortó, destacando los pilares de Evangelii gaudium: la conversión misionera, el cuidado de los más vulnerables y el diálogo valiente con la sociedad.
Cerró su discurso evocando las palabras de Pablo VI en 1963, al comenzar su pontificado: “Que una gran llama de fe y de amor ilumine a toda la humanidad”. Ese anhelo, dijo, será brújula y motor de su caminar como líder espiritual de la Iglesia católica.