Cristina, la jefa e ídola de los senadores nacionales oficialistas por Catamarca, que salen a defenderla en redes sociales, recusó a algunos actores del juicio que la tienen al borde del abismo (o la cárcel), con una catarata de pruebas en su contra.
El aroma a condena se huele desde acá, y en su desesperación Cristina sacó como argumento de defensa una foto en la que se ve a un fiscal y a un juez jugando al fútbol.
La causa es por el direccionamiento de obras viales a favor de Austral Construcciones, Del Curto Construcciones, Gotti Hermanos y Loscalzo, Kank y Costilla y Sucesión de Adelmo Biancalani, todas empresas que competían por la obra pública kirchnerista, con un detalle genial: todas eran constructoras del empresario Lázaro Báez en la provincia de Santa Cruz.
Entonces se hacía el circo de las licitaciones y se pagaba, incluso más de lo acordado, por obras que en algunos casos ni siquiera se hacían. ¿Cómo zafar? Todo está sobre la mesa.
Cristina está acusada en esta causa de ser parte de esta asociación ilícita junto a otros 12 procesados. El 80% de las obras viales de Santa Cruz fueron adjudicadas por el estado esas constructoras del acusado Lázaro Báez durante el gobierno kirchnerista, entre 2003 y 2015.
Lázaro Báez Rodríguez es un empresario chileno nacido en 1956 en Osorno, Región de los Lagos, Chile, pero curiosamente se dice que es de Corrientes, donde vivió de chico. Báez terminó el colegio secundario y trabajó muchos años como empleado bancario, tanto en el Banco Nación como en el Banco de la Provincia de Santa Cruz.
Era todo normal hasta que se hizo amigo de Néstor K, por entonces intendente, y con esa amistad se sacó la lotería. A partir de 2005 ascendió rápidamente a caballito de obras públicas adjudicadas a sus empresas, que obtuvieron el 82 % de las licitaciones en contratos estatales otorgados por el gobierno de la provincia de Santa Cruz durante la presidencia de Néstor Kirchner.
Se armaban licitaciones truchas en las que todos los oferentes eran empresas de Báez, así que siempre ganaba él. Además, las 51 obras adjudicadas al Grupo Báez solo terminaron 26 y en una sola obra cobraron el monto pactado. En el resto cobraron mucho más, incluso con el 387% de incremento agregado por la empresa.
Todo esto lo explican los fiscales, y la gran sospecha es que esa plata no era para el propio Báez, sino para los K. Por eso inventaban obras y licitaciones, para sacar plata del Estado y juntar la fortuna que hoy ostenta la familia de la “abogada exitosa”.
Hay mucho para explicar, pero todo lo que se responde es que un juez y un fiscal jugaron al fútbol. De los contratos, las licitaciones dibujadas, los millones que se fueron y las obras que no se hicieron, no se dice nada.
¿Todos con Cristina? No. Hasta el fanatismo debiera tener límites, aunque sea muy bien rentado, con cargos y privilegios para los súbditos más caracterizados.
Otra cosa… ¿alguna vez la Justicia investigará la obra pública de Catamarca y su reparto? DIfícil. Acá son todos del mismo equipo.