Las financieras llegaron a la campaña… para quedarse

Estaba cantado desde enero. Cualquiera fuera el rumbo que tomara el tema de las criptoestafas, iba a terminar colándose en la campaña electoral. Siempre hubo miradas cruzadas por los fraudes millonarios de las financieras, y ahora que se avecina la definición del calendario electoral, ya nadie se guarda nada y empezó el fuego cruzado.

Mientras la gente que depositó sus ahorros sigue esperando sentada que le devuelvan algo, fiscales y jueces se pasan la pelota sin avanzar ni un milímetro, y la novela ya va a cumplir un año.

El gobernador Jalil tiró algunas piedras, primero “denunciando” un negocio avalado por su gobierno (no puede interpretarse otra cosa porque las financieras tributaban), después ofreciendo asesoramiento legal, y por último prometiendo que iba a echar sin piedad a todo funcionario que estuviera prendido en la “joda”.

Por un momento todos pensaban que iban a rodar “cabezas” por toda la ciudad, porque hay varios ministros y exministros metidos, muchos con sus respectivos familiares, además de legisladores y funcionarios de todos los niveles.

Pero lo de Jalil terminó siendo una humareda que se llevó el viento, porque no echó a nadie, no sabemos en qué quedo el “asesoramiento” oficial, y en resumen no pasó naranja. Los que se llevaron millones de dólares los tienen bien escondidos, y se bancan la cárcel sin protestar mucho, porque al fin y al cabo ahí están doblemente protegidos: de la gente que les quiere comer el hígado y de los jueces de otras provincias que, aparentemente, tienen más ganas de investigar.

En medio del bailongo se viene la campaña, y a más de uno le pareció buena idea refrescar vínculos ajenos con Bacchiani, Bulacio y toda la muchachada que tenía la varita mágica.

Se dice incluso que no es solo una pelea de oficialistas contra opositores, sino que en el propio gobierno se desató una guerra silenciosa para liquidar enemigos con jugadas sucias, por ejemplo, ventilando amistades, “sociedades” y lucro con las maniobras que hundieron a un montón de catamarqueños.

La sospecha de que también dinerillos oficiales pudieron caer en los bolsos de los poceros, hicieron temblar a más de una oficina al principio, pero después bajó la espuma y todos confían en que hay tantos con el cu… ello sucio que nadie va a abrir la boca y mucho menos existe la posibilidad de perder el cargo. Si la “amenaza” no se cumplió de entrada ahora ya se esfumó como la plata, porque sería ridículo que echen a un funcionario tantos meses después.

El gran problema que se viene es que donde hubo fuego cenizas quedan, y es muy fácil rastrear quiénes estaban metidos, relacionados o ponían sus billetes en la caja mágica de los Bacchiani y compañía.

Dicen que hay rastros de pagos de la campaña anterior con plata de las financieras, imágenes, filmaciones y audios que prueban los estrechos lazos entre los estafadores y los chicos del poder.

Dicen que eso explica cómo fue que más de un perejil se hizo millonario más rápido que de costumbre, algo que es de dominio público, aunque ahora casi todos simulen que conocieron al “Pelado” sólo por fotos en los diarios.

Esto recién empieza y aunque los amigos del gobierno parecen resguardados en un búnker de auditores y jueces amigotes, cuando se hile más fino pueden caer candidaturas y proyectos ante el mínimo escrache

Los estafados miran atentos, escuchan todo y toman nota. Si el gobierno y la justicia no lograron hasta acá que nadie pague lo robado, a no confiarse, porque la gente va a pasarle las facturas a los “cómplices” cuando meta el voto en la urna.

Todos lo saben, y por eso va a “arder Troya” si insisten con esta historieta como caballito de batalla en la campaña.

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