Las desventajas de perder

“Perder no es grave, el problema es la cara de boludo que te queda”, dijo alguna vez José María Vernet, recordado gobernador santafesino en los años ‘80.

Perder no es aconsejable nunca, pero para un político o aspirante a político que no tiene poder las consecuencias son casi nulas. No pasa nada: vuelve por donde vino y al rato todos se olvidan de él. Nadie les presta atención. Tienen un par de días para hacer alguna declaración, prometer análisis, prometer autocríticas que nunca se hacen y si se hacen a nadie le importa, repartir culpas y nada más. Se termina, vuelven vencidos a la casita de los viejos.

El real problema, más grave todavía que la cara de boludo, es cuando se pierde el poder, y dejás tus oficinas en manos de la oposición. Sobre todo si es una oposición a la que ninguneaste, a la que hiciste parir. Sobre todo si estabas convencidísimo de que ibas a ganar.

Ahí sí, se te viene la noche encima. Noche de tormenta. Noche de tormenta y sin luz. Noche de tormenta, sin luz y con las chapas que se te vuelan.

A full con la picadora de papel. Te faltan manos para vaciar oficinas. Pero no alcanza. Quedan marcas, huellas, recuerdos.

Que lo diga sino la señora Roxana Paulón, que tiene que abandonar el municipio de Fiambalá y ya ve un ejército de sabuesos oliendo la puerta.

A Paulón le quieren preguntar cosas. Por ejemplo, si es verdad que metió plata en la financiera de Bacchiani. Para ser más precisos, si es verdad que metió plata del municipio en la financiera de Bacchiani. Osea, si se timbeó fondos públicos. Y le quieren preguntar si por esas casualidades de la vida el abogado de Bacchiani es también parte de su equipo. Y, por ejemplo, si es que se lavó algún dinerillo con el mago de los Bitcoins.

¿Quién estaría haciendo esas preguntas tan feas si Paulón hubiera ganado? Nadie. Y en todo caso la comodidad de ganar es que los que ganan no responden las preguntas que no quieren responder. Ahora Paulón no puede darse ese gusto.

Vamos… que se sabe que hay un montón de legisladores y ministros que cayeron bajo los encantos de Bacchiani y buscaron ganar más plata fácil con la plata fácil que ya ganaban del Estado. Pero tomaron la precaución de estar protegidos y siguen estando protegidos.

Paulón, parece, ya no tiene ningún paraguas.

El catucho.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí